Para culminar la celebración del Día Internacional de la vida 2016, hemos escrito una carta abierta, dirigida a:
- todas las personas de buena voluntad que creen en la dignidad única del ser humano
- a los representantes políticos y a quienes tienen responsabilidad en decisiones que afectan a los derechos de cualquier ser humano.
- a quienes trabajan para construir la cultura de la vida, y la defienden desde la concepción y hasta la muerte natural, en diferentes campos y facetas.
- a aquellos que nunca se han planteado la importancia de la defensa de la vida, incluso quizá, con mayor o menor responsabilidad , han formado parte de proyectos de muerte.
Y por último, a todos los que atraviesan dificultades de cualquier tipo, que quizá han perdido la esperanza, se encuentran solos o viven en condiciones que no son acordes con su dignidad de ser humano.
A TODOS queremos decirles que:
Somos conscientes de las dificultades. Estamos inmersos en ellas, las peleamos a cada minuto, pero nadie puede impedirnos que las afrontemos con buen ánimo y esperanza.
Esta alegría, estos globos y canciones, no son evasivas ni quieren decir que vivamos en un iluso mundo irreal. Es, simplemente, que no queremos quedarnos en el dolor, ni en lamentaciones inútiles. Nos desgarran el corazón los hijos destrozados cada día por el aborto provocado y las manos que se enriquecen a costa del dolor ajeno; la soledad y confusión de los enfermos y ancianos, la falta de tratamientos adecuados y cuidados paliativos para todos. Nos espanta que se cuestione si algunas personas tienen derecho a nacer, como si fueran vidas de segunda. Nos horroriza el terrorismo, la violencia de cualquier tipo, el alquiler del vientre materno, la experimentación de embriones, la pobreza y la destrucción de la familia. Es incomprensible que no se faciliten la adopción y el acogimiento y que mientras nuestros niños acaben en la basura. Podríamos añadir un largo etcétera de penalidades, la mayoría evitables, consecuencia de una ingeniería ideológica bien calculada. Pero no seremos cómplices con nuestro silencio e indiferencia, ni nos quedaremos en maldecir la oscuridad. Denunciamos el mal, mostramos la verdad, y tratamos de encender una luz, muchas luces, en cada rincón.
Del pasado no podemos cambiar ni una coma, pero tenemos el instante presente. Y en él acogemos la vida, y lo haremos a cada reto que se nos presente.
Por eso estamos aquí, para proclamar alto y fuerte la grandeza de cada vida humana y las increíbles posibilidades que cada uno de nosotros tenemos. Y todos somos necesarios. Nadie puede hacer lo que a ti te corresponde. Queremos facilitar la vida a los demás, ser esas ruedas que hacen mucha más llevadera la carga y que permiten que los esfuerzos se coordinen y la sociedad mejore. No descansaremos hasta conseguir, no sólo unas leyes justas, sino un ambiente en que la cultura de la vida y sus frutos buenos, se respiren con naturalidad.
Amigos defensores de la vida, gracias a todos. Esta fiesta se ha preparado con el esfuerzo callado de muchas manos anónimas y el resultado es esta alegría, esta voz unida a favor de todo lo bueno. Sigamos siempre adelante, que la constancia es fortaleza. Inundemos de bien cada rincón para que el mal no encuentre hueco.
Digamos, un año más, todos unidos: ¡Sí a la vida! y ¡hasta el año que viene, si Dios quiere.
Alicia Latorre.