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Lunes, 22 febrero 2016 12:39

Fabio McNamara, icono de la «movida madrileña», tras una vida de excesos y transgresiones, dará testimonio en este Año de la Misericordia de cómo Cristo lo rescató

Fabio de Miguel, más conocido por su nombre artístico, Fabio McNamara, fue uno de los iniciadores de la «Movida Madrileña» de los años 80. Era uno de los candidatos más claros a esa muerte temprana que se llevó a tantos compañeros de generación, a tantos amigos suyos. Formó, junto con Pedro Almodóvar, el grupo punk-glam-paródico Almodóvar & McNamara. Vivió con el cantante Tino Casal, protagonizó escenas de transgresión, lució los mejores atuendos de la Movida, y con sus grandes excesos, entre ellos la adicción a la heroína, castigó la salud.

En ese tiempo Fabio de Miguel también despuntaba intelectualmente en el mundillo del pop-art madrileño de los pintores Las Costus, siempre inspirado por el glam neoyorquino de Warhol y los New York Dolls. Participó en la primera película de Pedro Almodóvar, Pepi, Luci, Bom y Otras Chicas del Montón. Participó también como actor, en 1982, en otra película de Pedro Almodóvar, Laberinto de pasiones.

Su influencia en ese ambiente fue tal, que el mismo Pedro Almodóvar dijo años más tarde: «Todos hemos mamado de Fabio».

De familia practicante y rosario diario

Fabio nació en una familia católica. Su madre rezaba con sus hijos el Rosario todos los días, y cada domingo iban juntos a misa: «Mis padres son buenos católicos. Mi madre rezaba el rosario todos los días con nosotros».

A los 14 años Fabio se hizo colega de unos jóvenes que le empezaron a influir para mal, y a partir de los dieciocho años empieza con la música y su alejamiento de Dios.

Entra en el ambiente bohemio de la calle y abandona su fe

A los dieciocho años empieza a conocer el mundo de la calle, de la música, de los artistas: «A mí me gustaba mucho el arte, siempre he tenido esta vena artística. De joven comencé a pintar un poco. Me junté con otros artistas pintores y músicos y formé un grupo con el famoso Almodóvar».

Así comenzó a alejarse de Dios: «Entré en el ambiente de la calle, me junté con toda esta gente bohemia, y en ese ambiente, es como si Dios no existiera. Poco a poco fui alejándome de Dios».

Estuvo más de veinte años sin ir a misa y sin confesarse. La conciencia no le remordía: «Para mí el pecado era como una cosa antigua, que no me afectaba; la conciencia no me remordía. Yo quería divertirme y si una cosa me gustaba no me planteaba si era malo o bueno».

Satanás se hace dueño de su alma

Fabio ha confesado que durante ese tiempo el demonio dirigía su vida: «En ese mundo el demonio está por todos lados, hay droga, hay sexo... Es él el que dirige los hilos». Y así se convirtió, sin saberlo, en una marioneta de Satanás: «Tú te conviertes en una marioneta suya, ya no piensas por ti mismo, no tienes voluntad propia. Crees que eres libre porque haces lo que te apetece, pero haces lo que le apetece a Satanás. Te empuja a que vayas a discotecas, a que te drogues y hagas el mayor número de pecados para que tu alma sea cada vez más negra, para que sea cada vez más suya y menos de Dios. Hasta que llega un momento en que el dueño de tu alma es él, Satanás».

¿Cuándo vas a cambiar?

Se encontraba muy lejos de Dios y cautivo de Satanás, pero el recuerdo de Dios venía a su memoria: «A veces me acordaba de Dios. Pensaba que estaba en el infierno, pero sabía que había un sitio, el cielo, donde podría estar mejor».

En esa desesperación sus raíces cristianas se dejaban sentir, y no perdía la esperanza de salir de las profundas tinieblas del infierno en las que se encontraba: «Yo pensé que tenía que salir como fuera, porque aquello iba a acabar muy mal. Si me moría, estaría condenado con Satanás. En el cielo, en cambio, estaría con Dios».

Él estaba lejos de Dios, pero Dios nunca estuvo lejos de Él. En medio de su desorden interior y de su profunda oscuridad, su presencia se dejaba sentir en acontecimientos que le llamaban sin palabras, y su voz se hacía escuchar también en su conciencia: «En aquella época, hubo muchos momentos “clave”. Dios estaba pendiente de mí. Me preguntaba: “¿Cuándo vas a cambiar?, ¿cuándo te vas a decidir?».

Empieza su alejamiento del mundo y su acercamiento a Dios. Entonces el demonio se venga de él: «Con el tiempo estaba más cerca de Dios y más lejos del peligro. Pero cuanto más cerca estaba de Dios, el demonio, que estaba muy enfadado porque había perdido una buena pieza como yo, que había dado muchos escándalos y que había pervertido a mucha gente, se vengó de mí».

Falsa felicidad que aleja de Dios y genera desgracias

Fabio reconoce que el ambiente en que se encontraba le ofrecía una falsa felicidad sin Dios, en transgresión directa de su voluntad, que provoca desgracia, sufrimiento y muerte: «Cuando era joven y no estaba tan pervertido, era feliz. Pero en ese ambiente en el que estuve, tenía una felicidad falsa, la que te venden con Halloween, y otras historias de esas, que acaban siempre en desgracias, en muerte».

Buscaba la felicidad donde no estaba: «Vivía alienado, bajo los efectos de un montón de sustancias. Y buscaba la felicidad donde no estaba: en la droga, en el sexo, en la fama...».

Fabio hace experiencia del vacío, el nihilismo, la ausencia de sentido y la desesperación que provoca en tantos jóvenes el olvido de Dios: «La gente joven termina con depresiones, suicidios. Esto es lo que hemos conseguido por olvidarnos de Dios: ruina, enfermedad, tristeza, odio, separaciones, un país roto. Eso es lo que te da Satanás. Es una mierda, es todo mentira, es el mal».

Entregado a Satanás, destruyéndose por la heroína, rezaba: «¡Sácame de este infierno!».

Fabio ha afirmado que había entregado su vida a Satanás: «Estaba sin el Señor, es decir, con el diablo; no hay término medio». Prisionero de su alejamiento de Dios, de sus excesos y trasgresiones, y enganchado fuertemente a las drogas, iba a la iglesia de Caballero de Gracia, en la Gran Vía madrileña, para comprar la droga: «Allí delante paraban los coches donde se compraba droga. Iba a comprarla, veía la iglesia, y a veces entraba un minuto para rezar y decirle al Señor: Por favor, sácame de este infierno».

Desde su experiencia de estar lejos de Dios y sometido a las tinieblas, McNamara insiste mucho en esta verdad, y censura que algunos sacerdotes nunca le recuerden a sus fieles «que no todo el mundo se salva, y que el infierno está ahí": "Hay que decirle a la gente la verdad».

La oración de su madre más poderosa que el poder de las drogas

MacNacmara logra salir del infierno de las drogas por la oración de su madre: «Mi madre le decía al padre Molina: tengo un hijo que no tiene solución, está metidísimo en la droga. Y el padre le decía: usted rece por él, que ya caerá. Y caí. La oración todo lo puede».

Cuando le han preguntado por la conversión Fabio ha respondido: «Es un regalo que da Dios a quien Él quiere, pero también a quien se la trabaja. ¿Por qué unos sí y otros no...? Yo soy una criatura suya, pero sus designios no los conozco».

Fabio asegura con rotundidad: «Estuve, no perdido, sino perdidísimo, cuatro veces ingresado, dos veces a punto de morir a causa de tres enfermedades crónicas incurables. Soy un milagro viviente».

La Misericordia de Cristo salió a su encuentro

El mundo en el que Fabio se movía no era tan seguro como el había pensado. Y su falsa felicidad terminó desvaneciéndose. Era sólo un mundo de intereses. Así lo ha expresado Fabio: «Aquel era un mundo falso. Más que amigos, había intereses. Era difícil encontrar alguien que te quisiera por lo que eras. Cuando dejabas de ser joven y guapo te daban una patada».

Entonces es cuando el Señor vino a buscarle. Cuando ya para nadie era importante Jesús vino a buscarlo, se compadeció de su extravío y lo llamó. Fabio ha experimentado en primera persona cómo Jesucristo, el Hijo de Dios, ha venido a buscar lo que estaba perdido: «El Señor vino a buscar a los que andaban perdidos. Y más perdido que yo...».

Cuando sus «amigos» le dieron la patada, Jesús salió a su encuentro: «Él no lo hizo. Él te saca del fango, te limpia, te cura las heridas, te colma de riquezas y te garantiza una vida a su lado para siempre».

Fabio reconoce el doble milagro que Jesús y la Virgen han hecho con él: «Lo que han hecho el Señor y la Virgen conmigo ha sido un milagro. Y doble: me han curado el cuerpo y, lo que es más fuerte, y más difícil, el alma».

Desde su experiencia tres cosas hicieron falta para convertirse: el sufrimiento, el deseo de romper con el mal, y la oración. A la pregunta sobre cómo un alma puede convertirse Fabio responde: «Tiene que sufrir mucho y querer curarse. En mi caso fueron de gran ayuda mis padres, que tanto rezaron por mí».

Una vida en Cristo

En Cristo Fabio encontró la felicidad: «Encontré la felicidad en Jesucristo. Él lo es todo: el médico que te sana, el maestro que te enseña, el amigo que nunca falla...».

Sus prioridades ahora han cambiado. Ahora encuentra la felicidad buscando a Cristo. ¿Lo más importante ahora para él?, es «rezar el Rosario. Hacer lectura espiritual y meditación. Adorar al Santísimo. Ir a misa. Comulgar».

Para él lo más importante es tener a Cristo, por eso vivir en Gracia de Dios es su objetivo: «Si estás en Gracia de Dios, ya puede hundirse el mundo. Por eso, si peco, no pasan veinticuatro horas sin que me confiese».

La vida para él tiene hoy un sentido muy diferente: estar en gracia de Dios. «Por estar en gracia de Dios hago lo que sea. Estar en gracia de Dios es saber para qué estamos aquí, que esta vida tiene un sentido. Es ser feliz, encontrar el amor puro y tener la seguridad de que no nos vamos a ir al infierno eternamente».

Cuando le han preguntado si echa de menos la vida de antes, Fabio ha contestado categóricamente: «Lo de sexo, drogas y Rock and Roll que se lo cuenten a Pepita. Buscar a Dios, conocerle, amarle... es lo único que importa; lo demás, una pérdida de tiempo».

Preguntado por si no siente vergüenza al hablar de Dios Fabio ha respondido: «¿Pero cómo me va a dar vergüenza, si ha dado su vida por mí! Es como cuando quieres mucho a una persona: que sólo piensas en ella, sólo hablas de ella. Ya sólo quiero pensar en Él, hablar de Él».

Un mundo destruido porque Satanás hace creer que no existe, pero hay esperanza: la Virgen lo aplastará

Desde su experiencia del mal, Fabio ha comprendido que el mal creciente del mundo es consecuencia del olvido de Dios: «Es una lucha, hay que luchar y es verdad que este mundo está peor cada día. Pero no por culpa de Dios: está peor por culpa de Satanás que hace creer a la gente que no existe. Y así, puede trabajar soterradamente, infectándolo todo para destruir este mundo y para vengarse de Dios».

Pero desde su experiencia también de salvación, tras su encuentro con la Misericordia de Cristo, asegura que hay esperanza: «Está escrito que Satanás va a ser vencido, que la Virgen María le va a aplastar, y que el triunfo es de Jesucristo».

Inseparable de Jesús en la Santa Misa y en la adoración diaria

Fabio es un habitual del popular oratorio de Caballero de Gracia, en la Gran Vía madrileña, donde Don Máximo es su confesor.

Participa todos los días en la Santa Misa. Su mejor momento de día es cuando comulga: «La comunión es Dios que se te mete dentro de ti, el acto más sublime, grandioso y trascendental que puede hacer el hombre... pero para eso tiene que estar en gracia. Lo más importante del mundo es estar en gracia de Dios».

Antes de participar en la Misa hace una hora diaria de adoración al Santísimo, y reza el rosario. Tras su adoración, oye misa y comulga.

Para Fabio, este oratorio de Caballero de Gracia donde acude a rezar, y que tanto le ha ayudado en su proceso de conversión, es trocito de Cielo aquí en la tierra: «Es como un trozo de cielo en la ciudad, la gente no sabe lo que se pierde, hay cinco misas diarias, siempre hay confesores, el Santísimo está expuesto todos los días, y hay unos buenísimos sacerdotes».

«Hoy soy un hombre feliz: ¡cómo no serlo, si voy a comulgar!»

Tras su encuentro con el Amor y el perdón de Cristo Fabio ha vuelto a encontrar la felicidad. Jesús está con él, y él con Jesús. ¡Dios lo recibe cada día en su amor, y también él lo puede recibir! Ya no necesita nada más. La Misericordia de Cristo le ha devuelto la felicidad: «Hoy puedo decir que soy un hombre feliz. ¡Cómo no voy a serlo, si ahora voy a comulgar...! ¿Qué más quiero...?».

La mejor medicina: la Santa Comunión

No es que el sufrimiento haya desaparecido. Sus años locos, sus trasgresiones de todo orden moral y su profundo extravío, le están pasando factura. Su salud está muy tocada: «Yo soy un milagro viviente. Tengo dos enfermedades incurables, y además tengo 56 años, no soy un niño. Tengo hepatitis C, con una fibrosis que es la más fuerte que hay. Y tengo VIH desde hace ya veinticinco años».

Pero no está sólo, ha encontrado un médico que progresivamente le está curando, y ha dado con la medicación que necesita. Con su ayuda, Fabio se levanta cada día y sigue viviendo: “Yo sigo divinamente porque digo: «Mi medicina es la santa Comunión. El día que yo comulgo, tomo mi medicina, que es Jesucristo, y no hay medicina mejor».

El sentido de su vida cambia radicalmente: «Estar en gracia de Dios», «encontrar el amor puro»

La vida para él tiene hoy un sentido muy diferente: estar en gracia de Dios. «Por estar en gracia de Dios hago lo que sea. Estar en gracia de Dios es saber para qué estamos aquí, que esta vida tiene un sentido. Es ser feliz, encontrar el amor puro y tener la seguridad de que no nos vamos a ir al infierno eternamente».

Dará testimonio en la Parroquia de Colmenar del Arroyo

Fabio de Miguel compartirá su testimonio en la Parroquia Ntra. Sra. de la Asunción, de Colmenar del Arroyo, el próximo sábado 5 de marzo, en su mensual Vigilia de testimonio, adoración y alabanza, Asalto al Cielo, en el marco del Año de la Misericordia, dedicado a anunciar, testimoniar, celebrar, y acoger la Misericordia de Dios, Año, también de la misión, en la diócesis de Getafe. Comenzará a las 17:00 horas con el rezo del Rosario, para seguir a las 18:00 horas con el testimonio, adoración a las 19:00 horas, y Eucaristía a las 20:00 horas. Habrá música de adoración y alabanza.

¿Cómo llegar?

Para llegar desde Madrid a Colmenar del Arroyo: Tomar la carretera M501 dirección San Martín de Valdeiglesias, y continuar por ella hasta la salida 37, dirección Chapinería, Colmenar del Arroyo y Valdemorillo. Tomar el desvío hacia Colmenar del Arroyo, y continuar recto hasta la Pza. de España, s/n, donde se encuentra la Parroquia. Hay zona de aparcamiento detrás de la parroquia. En autobús desde Madrid tomar el nº 642 en el Intercambiador de Moncloa.

Para cualquier aclaración o información: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

¿En qué consiste Asalto al Cielo?

Asalto al Cielo es una iniciativa misionera del P. Álvaro Cárdenas, párroco de la Parroquia de Colmenar del Arroyo, de la Diócesis de Getafe, en la Sierra Oeste de Madrid.

Es una Vigilia mensual de testimonio, adoración, y alabanza. En ella han compartido su testimonio de encuentro con Cristo, de conversión y de misión en la Iglesia y en el mundo, escritores, periodistas, historiadores, directores de cine, evangelizadores laicos, mujeres que se vieron abocadas al aborto y que ahora son defensoras de la maternidad y de la vida, miembros de la Iglesia perseguida en Oriente Medio, personas que se han encontrado con la Misericordia de Cristo a través de un encuentro sobrenatural con él, de un gravísimo accidente, o en la desesperación y el vacío de las drogas, muchos de ellos desde la indiferencia o el ateísmo.

Comenzó del afán misionero de este párroco y de su deseo de ofrecer a los que lo necesitan un espacio y un tiempo al mes para avivar su fe, reencontrar a Cristo, o para encontrarlo quizá por primera vez.

El centro de esta vigilia es Jesucristo vivo en la Eucaristía, y el fin de ella el encuentro con Él en la adoración y en la celebración eucarística, donde se hace particularmente presente. Como en el camino de los discípulos de Emaús el testimonio de la acción de Dios en la vida de quienes dan testimonio en ella prepara el corazón de los que participan y los dispone para el encuentro con el Señor en la adoración eucarística y en la acogida de su presencia viva en la Santa Misa.

Cada una de estas vigilias es preparada con la oración y el ayuno de muchos de los que habitualmente participan, de otros que no pueden asistir por imposibilidad o por la distancia, y de algunas comunidades religiosas que se unen a ella ofreciendo su oración y su ayuno por los frutos espirituales de la misma.

Cada una de estas vigilias es una gozosa proclamación del Dios de la Misericordia, que sigue saliendo al encuentro de los hombres, los llama, los salva, y les da una misión, abriéndoles caminos de vida allí donde reinaba la ausencia de Dios, la indiferencia, la desolación y la falta de esperanza.

Quienes han participado en esta Vigilia testimonian haber experimentado un excepcional encuentro vivo con Jesucristo a través del testimonio de quienes se han encontrado con Él, y a través de la adoración y la alabanza. Acude a ella gente de toda la provincia de Madrid, incluso de otras provincias.