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Lunes, 27 junio 2016 12:37

Jóvenes sevillanos con la cruz misionera y una mochila «cargada de esperanza»

La Delegación de Misiones de Sevilla, durante los meses de julio y agosto, traslada todas sus actividades a la propia tierra de misión porque «in situ es donde la experiencia espiritual y el sentir misionero hierve en la tierra herida», explican desde esta delegación.

El pasado lunes día 20 de junio y con motivo de la celebración de clausura del Movimiento de Cursillos de Cristiandad, seis jóvenes marcharon a diversos países de Europa y de Latinoamérica como misioneros voluntarios durante los tres meses de verano. Tres destinados a Perú, dos a Tarapoto (Isabel O. Gilabert y José S. Herrera) y otro a Trujillo (Francisco Javier C. Ramos), una a Paraguay (Macarena P. Herrera), y otra a Ecuador (Begoña D. Arroyo). Asimismo, otra joven marchó al campo de refugiados de la Isla de Lesbos para trabajar con niños allí.

Estos jóvenes tienen vidas y dedicaciones diferentes, Isabel es docente, Curro se dedica a la abogacía, Begoña y Macarena estudiantes... pero su pasión por la misión es el nexo que les ha unido. Todos se han formado en la Delegación Diocesana.

La Capilla del Perdón, decorada para la ocasión por ellos mismos, en San Juan de Aznalfarache, fue el lugar de celebración del envío, con un lleno absoluto de familiares, amigos y fieles en general. El Delegado de Misiones, Eduardo M. Clemens, les impuso al finalizar la Eucaristía el Crucifijo Misionero y les entregó una mochila que ellos cargaron de esperanza y ardor apostólico al estilo de San Francisco Javier.

Este año han sido más de ochenta y cinco los jóvenes que han solicitado marchar como voluntarios a lugares de misión, muchos de ellos van en distintas épocas del año, otros, amparados por las distintas congregaciones religiosas de los colegios en los que se han educado.