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Lunes, 19 octubre 2015 12:01

Los misioneros revelan el misterio del amor divino en plenitud, dice el arzobispo de Zaragoza

Ayer domingo se celebraba la Jornada Mundial de las Misiones, conocida como DOMUND, en todas las diócesis de nuestro país. En este sentido, el arzobispo de la diócesis de Zaragoza, Mons. Vicente Jiménez Zamora, escribía a sus fieles la siguiente carta pastoral:

“El domingo 18 de octubre celebramos el DOMUND, en comunión con toda la Iglesia, para vivir la dimensión universal de nuestra fe. Es una Jornada para invitar a las comunidades parroquiales y cristianas de nuestra Diócesis de Zaragoza a participar en las actividades de información, formación y cooperación misionera, organizadas por nuestra Delegación Episcopal de Misiones, con motivo del Domund. Desde estas líneas mi felicitación y agradecimiento al Sr. Delegado y equipo de la Delegación.

En este domingo estamos llamados a promover una corriente fraterna y solidaria de colaboración económica para satisfacer las necesidades de los misioneros y de las misiones, a través de la colecta en favor de las Obras Misionales Pontificias.

La Bula Misericordiae Vultus del Papa Francisco sobre el Jubileo Extraordinario de la Misericordia ha servido de inspiración para que Obras Misionales Pontificias proponga para esta Jornada de las Misiones del año 2015 el lema Misioneros de la Misericordia. Ellos son los que, en la Iglesia ‘en salida’, saben adelantarse sin miedo a ir al encuentro de todos para mostrarles a Dios cercano, providente y santo. Con su vida de entrega al Señor, sirviendo a los hombres y anunciándoles la alegría del perdón, revelan el misterio del amor divino en plenitud.

El Mensaje del Papa Francisco dice que ‘la pasión del misionero es el Evangelio... El Evangelio es fuente de alegría, de liberación y de salvación para todos los hombres. La Iglesia es consciente de este don, por tanto, no se cansa de proclamarlo. La misión de los servidores de la Palabra - obispos, religiosos y laicos - es la de poner a todos, sin excepción, en una relación personal con Cristo’.

La celebración del Día del DOMUND será una buena oportunidad para que todos los bautizados sientan que la humanidad tiene necesidad del Evangelio. Por eso, insistía el Papa Francisco a los Directores Nacionales de las OMP el pasado 5 de junio: ‘la misión evangelizadora tiene prioridad, porque la actividad misionera sigue siendo todavía hoy el mayor desafío para la Iglesia... sin caer en la tentación de convertir las Obras Misionales Pontificias en una ONG, en una oficina de distribución de subsidios’.

El lema de este año nos ayuda también a valorar la vida consagrada en este año especial, porque los religiosos misioneros son heraldos de la misericordia de Dios. Ellos tienen la misión de anunciar esa misericordia del Señor, corazón palpitante del Evangelio, a través de gestos y de palabras. Por otra parte el lema de este año nos ayuda a preparar el Jubileo Extraordinario de la Misericordia.

Hay un fuerte vínculo entre vida consagrada y misión, porque ‘la dimensión misionera, al pertenecer a la naturaleza misma de la Iglesia, es también intrínseca a toda forma de vida consagrada’. Las personas consagradas están ‘en misión’ en virtud de su misma consagración y según el carisma propio de cada Instituto. Los religiosos hacen visible en su entrega total, la presencia amorosa y salvadora de Cristo, el consagrado del Padre, enviado a la misión. Las personas consagradas, conquistadas por Cristo, son en cierto sentido, prolongación de Cristo misionero.

Hoy también como ayer, los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de vida apostólica se sienten urgidos al anuncio del Evangelio en la misión ad gentes. A pesar de las dificultades - con la disminución de vocaciones y el envejecimiento de los religiosos -, no decae el ardor misionero y consideran que ‘la fe se fortalece dándola’.

En la línea de las expectativas que el Papa Francisco propone para el Año de la Vida Consagrada, hago mi llamamiento para que los religiosos, saliendo de sí mismos, sean ‘misioneros de la misericordia’ y puedan ir a las periferias de la misión. ‘Id al mundo entero’ (Mc 16, 15) fue la última palabra que Jesús dirigió a sus apóstoles y nos dirige también hoy a todos nosotros, especialmente a los misioneros.

Hay una humanidad que espera: pueblos enteros que no conocen a Jesucristo y su mensaje de salvación; niños abandonados; ricos hartos de bienes y con el corazón vacío; mujeres y hombres sedientos de Dios.

Es la hora de que nuestra Diócesis de Zaragoza renueve e impulse el compromiso misionero, avalado y sostenido por el testimonio admirable de tantos misioneros de Aragón, que nos han precedido y los que ahora viven y trabajan entre las gentes de todas las partes del mundo”.