El arzobispo de Santiago de Compostela, monseñor Julián Barrio, presidió ayer la Eucaristía que se desarrolló en la Catedral santiaguesa con la tradicional solemnidad litúrgica propia de la Fiesta de la Traslación del Apóstol. En su homilía –en respuesta a la invocación realizada por la Delegada Regia, Pilar Rojo, presidenta del Parlamento de Galicia- monseñor Barrio instó a todos los creyentes a no tener “miedo a ser y a aparecer como cristianos en la vida privada y en la pública”, al modo en que el Apóstol Santiago se convirtió en testigo fiel de Cristo resucitado. El arzobispo aseguró, además, que el pluralismo “si no tiene referencias de unidad se pervierte” y que la convivencia necesita “la solidaridad, la justicia y la paz”, si no quiere quedar “a merced del poder en sus múltiples formas”.
“Santiago”, dijo el arzobispo, “el amigo del Señor, no fue un testigo improvisado y nos transmite con su testimonio que si algo debe inquietarnos y preocupar nuestra conciencia, es que tantos hermanos nuestros vivan sin la fuerza, la luz y el consuelo de la amistad con Jesucristo”. Monseñor Barrio aseguró además que “el verdadero mal para el hombre está en el vano intento de la autosuficiencia con que normalmente pretende planificar su vida a espaldas del amor de Dios creador y redentor”. Dijo, también, que “tampoco nosotros somos testimonios improvisados. Dios piensa en cada uno de nosotros y quiere que vivamos con el sentimiento de un corazón que se apiada y se compadece del mal que ve sufrir a otros”.
En su homilía, el prelado compostelano aseguró que “hacen falta personas sensibles a las necesidades de los demás, que se dejen conmover por ella, y que traten de remediarla en la medida de sus posibilidades, poniendo el corazón en lo que hacen”. Y explicó que “la miseria no es solo de formas exteriores y materiales, sino también la ignorancia, el pecado, la impotencia para hacer el bien y para armonizar las diferencias, alegando ideas y motivaciones a un pluralismo, que si no tiene referencias de unidad se pervierte, y a una convivencia que si no cultiva la solidaridad, la justicia y la paz, no será humana quedando a merced del poder en sus múltiples formas”.
Al finalizar su homilía, monseñor Barrio expuso que ponía “sobre el Altar, con el Patrocinio del Apóstol, su ofrenda, Excma. Sra. Delegada Rexia, teniendo en cuenta las intenciones de Sus Majestades la Familia Real, de nuestros gobernantes estatales, autonómicos y locales, de nuestras familias, y de todos los que formamos los distintos pueblos de España, de manera especial de los queridos hijos de esta tierra galega”.
El arzobispo también tuvo palabras de recuerdo para “los cristianos perseguidos, los refugiados, las víctimas del terrorismo”, así como de impulso a la “santificación e protección da familia”.