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Martes, 22 marzo 2016 14:08

Monseñor Barrio preside la Misa Crismal en la catedral y resalta la alegría de ser sacerdote

El arzobispo de Santiago de Compostela, monseñor Julián Barrio, presidió hoy la solemne celebración eucarística en la Catedral en la que se consagraron el Santo Crisma y los Santos Óleos. Además de la Misa Crismal, el presbiterio diocesano celebró el Jubileo del Clero. Los más de ciento cincuenta sacerdotes que concelebraron con el arzobispo entraron en la Catedral por la Puerta de la Misericordia. Estaban presentes también el obispo auxiliar, monseñor Jesús Fernández González, y el emérito de Tui-Vigo, monseñor José Diéguez Reboredo. En su homilía, monseñor Barrio dijo que «la alegría del sacerdote es simiente de fe, de amor a la Iglesia y de vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada y debe transmitirla a los demás». Monseñor Barrio indicó, además, que «nuestro estilo de vida resulta decisivo para que los hombres y mujeres de nuestro tempo vean a la Iglesia como lugar de seguimiento comunitario de Jesús. Nuestra actuación no puede ser un obstáculo para la fe de los demás, debe ser signo que narra a Jesús Cristo».

Más de ciento cincuenta sacerdotes acompañaron al arzobispo de Santiago, monseñor Julián Barrio, en la Misa Crismal que tuvo hoy lugar en la catedral compostelana. El presbiterio diocesano se reunía ayer con su arzobispo para celebrar el Jubileo del Clero y renovar en la ceremonia eucarística las promesas sacerdotales. Monseñor Barrio aludió a la unión de los presbíteros con el obispo y dijo que «con esta confianza serena e fuerte renovamos las promesas sacerdotales, esforzándonos cada día por dejarnos hacer santos por el Señor”. El arzobispo también pidió a los presentes en la Eucaristía que rezaran “por nosotros para que seamos pobres, mansos y humildes al servicio del pueblo”.

La Misa Crismal es una ceremonia litúrgica en la que se consagran el Santo Crisma y los Santos Óleos. Con el Santo Crisma consagrado por el Obispo en esta Eucaristía se ungen los recién bautizados, se hace la unción a los que se confirman y se ungen las manos de los presbíteros en su ordenación sacerdotal, la cabeza de los Obispos en su ordenación episcopal y las iglesias y los altares en su dedicación. Por su parte, con el Óleo de los catecúmenos, éstos se preparan y disponen al Bautismo, mientras que con el Óleo de los enfermos, éstos reciben el alivio en su debilidad. La palabra crisma proviene de latín «chrisma», que significa unción.