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Miércoles, 16 marzo 2016 15:23

Monseñor Fidel Herráez presenta la próxima beatificación de los cinco mártires burgaleses

El arzobispado de Burgos ha presentado el martes 15 de marzo a la sociedad burgalesa la próxima beatificación de los siervos de Dios Valentín Palencia, Donato Rodríguez, Germán García, Zacarías Cuesta y Emilio Huidobro, así como el cuadro que para la ocasión ha realizado el artista Cándido Pérez Palma. En la rueda de prensa convocada para la ocasión han estado presentes el arzobispo de Burgos, monseñor Fidel Herráez Vegas, el postulador diocesano de la causa de beatificación, Saturnino López Santidrián y el autor del retrato de los próximos beatificados, Cándido Pérez Palma.

Se trata de la primera beatificación que tiene lugar en la milenaria historia de la diócesis de Burgos, pues nunca antes la catedral ha acogido la ceremonia de beatificación de ningún burgalés. Será el Perfecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el cardenal Angelo Amato, quien presida la celebración en representación y como enviado del Santo Padre, el papa Francisco.

El arzobispo de Burgos ha querido presentar el acto de beatificación a los medios locales resaltando así la importancia que tiene para la Iglesia burgalesa este acontecimiento, el reconocimiento del amor a Cristo y a la Iglesia de un sacerdote y cuatro jóvenes discípulos que no dudaron en testimoniar su fe a pesar de perder por ello la vida.

Para vivir y preparar con intensidad este magno acontecimiento monseñor Fidel Herráez ha anunciado la organización de una serie de actos que tendrán lugar a lo largo de los próximos días. Se trata de la edición del libro «De Burgos al cielo. La historia de don Valentín y sus amigos contada a los niños», obra de dos seminaristas burgaleses; de la creación del himno para la ceremonia, obra de Carlos García e Inocencio Fernández; de la preparación de una ruta siguiendo las «huellas de don Valentín»; de la puesta en marcha de un congreso que presente la figura de don Valentín como educador de los más pobres y pedagogo del tiempo libre, y de un concurso escolar de dibujo.

Por su parte Saturnino López ha expuesto «la vida dura» de don Valentín Palencia de la que ha resaltado su generosidad, su labor educativa, caritativa y social recogiendo niños huérfanos, marginados y desvalidos. Y destacó que en 1925 recibiese de manos de Alfonso XII, la Cruz de Beneficencia con distintivo blanco, emblema concedido por su labor humanitaria.

Cándido Pérez ha explicado su intención a la hora de realizar la pintura. Se trata de una obra de aire contemporáneo en la que se puede apreciar la grandeza de espíritu de estos jóvenes que murieron mártires de la religión, la libertad y la amistad. Así, mostrando «la alegría del momento y dando a conocer su historia, he conseguido alejar al espectador del momento de la tragedia».

La obra de colores muy luminosos y vivos posee una composición en forma de rombo, y esta dotada de gran profundidad. En ella sobresale la figura de Valentín Palencia –que era el más grande de los cinco–, cuya posición asemeja a la proa de un barco. Los colores grisáceos y malvas dan una tonalidad homogénea al cuadro, en la que el negro de la sotana de don Valentín va dando lugar a los colores de las vestimentas de los jóvenes.
Nuevos Beatos

Fue el arzobispo de Burgos, Santiago Martínez Acebes, quien alentado por el consejo del papa san Juan Pablo II de no dejar caer en el olvido la vida de los mártires, encargó a Saturnino López Santidrián buscar la información necesaria para llevar adelante el proceso de beatificación de don Valentín y los cuatro jóvenes.

La apertura diocesana de la causa tuvo lugar el 30 de septiembre de 1996, clausurando el proceso diocesano el 18 de marzo de 1999. La Congregación para la causa de los Santos de la Santa Sede validó el decreto presentado el 8 de noviembre de ese año, haciendo entrega de la Positio el 27 de octubre de 2003, votada el 11 de abril de 2013. El 29 de septiembre de 2015, el Consistorio de Cardenales aprobó la causa y el 30 de septiembre, el papa Francisco firmó el decreto de martirio.

Todos ellos murieron asesinados «por odio a la fe» en el monte Tramalón de Ruiloba, cerca de Suances (Cantabria) el 15 de enero de 1937. Al sacerdote lo condenaron por celebrar la misa y los cuatro jóvenes decidieron por propia iniciativa acompañarlo en el martirio.

(Archidiócesis de Burgos)