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Martes, 31 mayo 2016 11:37

Tras las huellas del Nazareno: entrevista al P. Daniel Maes, o praem (Siria)

La Fundación EUK Mamie – HM Televisión acaba de publicar un nuevo programa de la serie Tras las huellas del Nazareno, una serie que acerca a los testimonios de los testigos vivientes de las persecuciones que viven los hermanos cristianos en todo el mundo. En esta ocasión, el testimonio lo ofrece el P. Daniel Maes, perteneciente a la Orden de la Unidad de Antioquía, de nacionalidad belga y residente en Siria, en una población llamada Qara, entre Damasco y Alepo.

P.- Padre Daniel, ¿podría usted presentarse por favor?
R.- Soy un sencillo sacerdote belga. Soy un padre norbertino, de una Abadía del norte, la Abadía flamenca de Postel, en Bélgica. Nuestra orden fue fundada por San Norberto de Xanten, Alemania, hace casi 900 años. Tenemos misiones. Tenemos una misión en África, en Saia, en el antiguo Congo Belga. Pero yo nunca fui destinado allí, excepto para predicar en retiros, algo que disfruté mucho. Luego me pidieron que enseñara Teología Moral y lo hice durante cerca de 20 años. Enseñaba a estudiantes que querían llegar a ser sacerdotes en Holanda y en Bélgica. Fue interesante y disfruté en la Abadía, pero yo estaba muy interesado en la renovación de la vida cristiana y en la renovación de la vida monástica. Entonces entré a formar parte de la renovación carismática católica en nuestro país. También fundé una comunidad, una nueva comunidad para familias, hombres y mujeres, durante un cierto tiempo.

Estaba también muy interesado en el movimiento ecuménico. Conocí un movimiento ecuménico mundial llamado Segundo Concilio de Jerusalén. Es un movimiento de oración y reconciliación, que busca volver a la primera Iglesia, a la unidad en la diversidad. En ese movimiento conocí a Madre Agnes Mariam. Esto fue el principio. Ella me impresionó mucho. Fundó este monasterio y también fundó la Orden de la Unidad de Antioquía, The Unity of Antioch, en el 2000. Ese es el nombre de la orden. Está situada en Qara, que está entre Damasco y Alepo.

Cuando la conocí, me impresionó verla llena de celo apostólico y de fe. Le pregunté que por qué no venía a nuestros encuentros y estuvo viniendo durante varios años a Bélgica y Holanda, dando charlas y conferencias. Todo eso fue muy bueno. Pero, después de muchos años, ella me dijo: «Yo he ido muchas veces a donde usted, ¿por qué ahora usted no viene donde yo estoy, a visitar nuestro monasterio?». Tuve que esperar un tiempo, pero luego tuve la ocasión de hacerlo en el 2010, entonces vine aquí. Inicialmente como un turista.

P.- Padre Daniel, ¿ cómo empezó esta situación que están viviendo en la actualidad en Siria?
R.- En general los medios de comunicaciones están diciendo que comenzó como un movimiento de protestas pacificas. Eso es una gran mentira. Nosotros vimos con nuestros propios ojos cómo empezó todo, aquí en nuestro propio pueblo. Y hemos oído de nuestros amigos y de otras personas cómo ocurrió en todo el país de la misma manera. El párroco en Qara nos invito a ir con él... Qara es el pueblo donde vivimos. Es un pueblo, un pequeño pueblo. Allí es donde está ese párroco. Disfrutamos quedándonos con él y yendo al pueblo para visitar a la gente, visitar las familias donde había enfermos y rezar con ellos. También en su compañía fuimos invitados a visitar familias musulmanas y, aunque está claro que hay una gran diferencia entre una familia musulmana y una familia cristiana, la acogida era la misma. Esto era una alegría muy grande.

Luego, algunos viernes por la tarde, en los comienzos de la guerra, fui allí y pasamos por la tarde cerca de la Mezquita central. Un viernes por la tarde vimos mucho movimiento y unos diez o quince chicos extranjeros, es decir no sirios, armando bulla y hablando en contra del Presidente, en contra de Siria. Ellos se tomaban fotos, ellos mismos, fotos y videos. Después fuimos a la casa del párroco y este nos contó que desde hacía unas semanas estaban viniendo personas del extranjero para formar disturbios. Ellos invitaban a nuestros jóvenes a tomarse fotos con ellos. Esas fotos y vídeos los mandaban después a Al Jazeera en Qatar (Nota del editor: Al Jazeera: cadena de televisión por satélite de lengua árabe fundada en noviembre de 1996 por el gobierno de Qatar). Al Jazeera está haciendo circular esas fotos por todo el mundo para hacer creer que todo el país está protestando en contra de su presidente sirio y en contra del mismo país. Esto ha sido una gran mentira desde el principio. Pero esta es, hasta ahora, la versión de los medios de comunicación.

Es muy complicado, ellos no aceptan la verdad. La verdad es completamente diferente. Todo esto fue organizado desde fuera. Pero en ese momento no sabíamos que estaba tan bien organizado, pensábamos que pasaría. Cuando tienes dificultades en el pueblo, piensas: «Se llevarán a esa gente y todo pasará». Pero no pasó. Lo que vino fueron más y más rebeldes, más y más armas, más y más violencia, y ataques. Atacaron y mataron a un hombre cristiano. Después mataron a un hombre musulmán, para dar la impresión de que había una guerra civil. Pero no es para nada una guerra civil, nunca ha sido una guerra civil. En Siria, musulmanes y cristianos se han unido siempre para protestar contra los terroristas que vienen desde fuera. Todo ha sido originado por razones políticas, agendas políticas que fueron introducidas aquí desde fuera.

P.- ¿El monasterio se ha visto afectado por la guerra de alguna manera?
R.- Poco a poco se fue haciendo más peligrosa nuestra estancia aquí. Cada vez más tenemos que mantenernos aquí dentro, para no dar lugar a que nos secuestren, porque eso sería terrible para la comunidad. Por eso nos mantenemos dentro. En noviembre de 2013, fue el momento más peligroso, porque los terroristas llegaron a estar muy cerca de donde estábamos nosotros. Tenemos que saber que el poblado tenía de 20.000 a 25.000 habitantes. De ellos, unos trescientos cristianos. La gente del pueblo fue buena con nosotros y nosotros con ellos. No querían hacernos daño. Establecimos una relación muy buena. Todos los rebeldes desde Damasco a Alepo se habían trasladado allí para preparar todo tipo de ataques.

Era imposible vivir allí. Todo el mundo sabía que en cualquier momento habría una explosión de violencia. Esta explosión tuvo lugar en noviembre. Después, el ejército llegó con apenas unos cientos de soldados. Pero, ¿qué pueden hacer unos cuantos cientos de soldados contra decenas de miles de rebeldes y terroristas con armas? Atacaron y nosotros nos encontramos en medio, entre el ejercito y los terroristas. El Monasterio fue dañado ciertamente... Pero os cuento el final. Rezamos. Teníamos con nosotros incluso algunas familias musulmanas, cuyas niños rezaban también con nosotros. Celebramos Misa. Claro que en este momento pensamos que quizás era la última Misa que celebraríamos, y la última vez que nos daríamos la paz los unos a los otros. Afortunadamente no teníamos tiempo para preocuparnos de nosotros mismos porque había niños y eso nos ponía en la necesidad de ayudar a aquellos que son más débiles. Pero fue un momento terrible, terrible. Pero fue increíble que en un momento determinado, muy temprano por la mañana, vino un hombre y nos dijo: «Ha terminado, ha terminado». Nadie puede explicar lo que pasó. Es como un secreto en el corazón de Dios. Los rebeldes huyeron, se fueron al Líbano....

Gracias a Dios y a la gente del pueblo estamos a salvo. Justo en el momento cuando pensábamos que estábamos en las últimas, vino este hombre con una sonrisa grande y dijo: «Ha terminado». Este hombre se llamaba «Uh Allah», que significa: «el espíritu de Dios». Era un hombre musulmán.

P.- ¿Cuál es la situación en el país en estos momentos?
R.- Es muy difícil decir cuál es la situación en el país. En Alepo sabemos que es muy, muy difícil todavía. Pero parece que desde que los rusos tomaron la decisión de ayudar de modo militar y cooperar con el gobierno sirio, todo cambió a nuestro favor. Claro, que aun sigue habiendo destrucción y muerte, pero hicieron un buen trabajo tomando de nuevo unos diez kilómetros cuadrados y cuatrocientas ciudades y pueblos. Ahora tienen fuerza y los rusos son buenos porque se retirarán, pero han dicho que seguirán ayudando al ejército sirio. Cuando empezaron los acuerdos de paz decidieron retirar a su gente, pero seguir ayudando de otras maneras, incluso ayudando al ejercito con material militar para que puedan continuar ellos. En estos momentos están a las puertas de Arak y Amira. Hay esperanza de que por fin los sirios, el ejército sirio, pueda restaurar la paz y la seguridad.

En nuestra región estamos más seguros y hay esperanza de que será cada vez más seguro. Sin embargo, tenemos que ser honestos. Después de cinco años de guerra, todo el mundo se encuentra en situación de pobreza. El primer año, y quizás el segundo, la gente vivía bien. Podían vivir de lo que tenían. Pero después de tres, cuatro, cinco años, todo el mundo es pobre. Cada familia, todo el mundo, necesita ayuda. Estamos recibiendo ayuda. Los voluntarios que vienen aquí y trabajan por la gente están haciendo una labor maravillosa. Cuidan sobre todo de la gente que tiene más necesidad, sea material o espiritual, y se les da de aquello de lo que tienen más necesidad. Pero hay un segundo movimiento, porque la gente no quiere vivir solo de las cosas – de la comida o ropa - que reciben. Quieren trabajar por sí mismos. Entonces ayudamos a empezar, o a volver a empezar, varias fabricas. Por ejemplo, hay una fábrica de moquetas que las hacen a mano, no necesitan luz eléctrica para ello.

P.- ¿Cómo está la situación hoy en día? ¿Cómo ha evolucionado la aldea o la región?
R.- Poco a poco ha ido mejorando, volviéndose más y más segura. Las personas han regresado y han ido restaurando sus casas. Pasado un tiempo, la mayoría de las familias han vuelto porque no tienen nada más. Cuando los hombres armados llegaron a sus aldeas, no podían vivir allí porque lo destruyeron todo. Después de una guerra de tres a cinco años todas las personas se hacen pobres. El primer año, la familias son capaces de mantener una vida buena. El segundo año también. Pero para el tercero y cuarto año, ya quedan en la pobreza. Porque ya no hay trabajo, todo ha sido destruido, las fábricas han sido destruidas. En Alepo, como vosotros sabéis, todas las fabricas han sido destruidas por el ejército Turco. Ellos se llevaron toda la maquinaria.

Aquí hemos iniciado una organización para ayudar a las personas. Especialmente Madre Agnes Mariam, que ha hecho dos viajes, uno a Damasco y otro a Tartus. Hace poco más de dos semanas también pudimos ayudar a la gente de Alepo, llevándoles 8.000 paquetes y creando varios hospitales de campaña. Esto lo agradecieron mucho, porque los rebeldes habían destruido la mayoría de los hospitales y habían matado a muchas de la personas que administraban atención medica. Este es un punto muy difícil. Hemos podido ayudar a muchas personas gracias a la generosidad de quienes nos están ayudando, gracias a la generosidad de tantas personas y organizaciones que trabajan con nosotros. Nuestra meta es ayudar a los necesitados, especialmente a los cristianos que están siendo perseguidos, pero también a otros de otras creencias que también están viviendo en necesidad.

Hay millones de personas que se han ido del país, porque están viviendo todos los días en peligro y no ven seguridad donde viven. Pero la mayoría se han quedado y se han ido a lugares donde el ejército tiene el control. Porque en esos lugares, el gobierno ha decidido que en vez de proteger los centros de petróleo, protegerá a las personas. Por eso la gente se ha ido a estos lugares donde son protegidos por el ejército.

P.- Entonces, ¿piensa usted que es mejor que las personas se queden en Siria, o que se vayan de Siria?
R.- Es mucho mejor, claro que es mucho mejor. Y yo creo que la mayoría quieren quedarse. Cuando ven que ya no existe la posibilidad de que sus hijos puedan recibir una buena educación, ir a la Universidad, y que no hay seguridad, ellos se van. Pero hay muchos que permanecen aquí con la esperanza de que los terroristas se marcharán y que podrán reconstruir este hermoso país. Esta será una tarea difícil.

P.- ¿Puede decir algo sobre el movimiento de Musalaha?
R.- Nuestra Madre, Agnes Mariam, comenzó el movimiento Musalaha. Es un movimiento de reconciliación, porque hay dos partes. No solo tenemos que evitar toda brutalidad, destrucción y muerte, sino que también tenemos que tener en esos tiempos difíciles de guerra un movimiento de gente que quiera empezar de nuevo. Y empezar viviendo un camino de reconciliación, como se hizo también en otros tiempos. Después de la Segunda Guerra Mundial había mucha violencia y odio de unos hacia otros.

El movimiento «Musalaha» ya ha comenzado, es grande y se extiende por todo el país. Puedo contar una anécdota. Estamos cerca de Homs. Había un joven que era hijo único de una familia musulmana. Estudiaba en la Universidad de Homs. Un día no volvía a casa. Sus padres descubrieron que le habían secuestrado y estaban muy, muy tristes por ello. Tenían la esperanza de encontrarlo vivo, pero pasaban las semanas y los meses. Un día recibieron una llamada: «¿Queréis ver a vuestro hijo de vuelta?». Ellos estaban felices y respondieron que harían todo lo posible para tenerle de vuelta. Respondieron que al día siguiente a las ocho podría ser. Al día siguiente, a los ocho, sonó el timbre. Abrieron la puerta y vieron irse un coche muy rápido y con mucho ruido. Encontraron una bolsa de plástico con una foto de su hijo cortado en trozos. Su padre confesó más tarde que, en este momento, podría haber cogido un cuchillo y haber matado a todos a su alrededor. Después se tranquilizó y más tarde comenzaron en Homs un movimiento muy grande de reconciliación. «Musalaha» comenzó en Homs con este hombre, un musulmán que se puso de pie y dijo: «Yo perdonaré a los asesinos de mi hijo, porque la reconciliación es el precio que debemos de pagar para alcanzar la paz». Solo puedo decir que Dios hace maravillas. Él hace maravillas en los corazones de los musulmanes.

P.- Concretamente, ¿cómo ayudan a las personas?
R.- En primer lugar, entendemos que las personas necesitan comida, ropa y a veces dinero y medicinas para los enfermos. Intentamos ayudarles lo más pronto posible. Pero mientras tanto, hay un segundo movimiento. Las personas no quieren vivir solo de los regalos que reciben, ellos quieren trabajar para sus familias, por eso hemos abierto varias fábricas. Una fabrica antigua que había sido destruida hemos podido abrirla de nuevo, una fabrica de alfombras.

Tenemos a varias personas discapacitadas que están ayudando y trabajan aquí. Tenemos una máquina que para hacer velas. Muchas veces no hay electricidad y son necesarias las velas. Hicimos una fábrica de velas y estamos produciendo miles de velas al día en nuestro Monasterio. También hay una fábrica que hacer velas a mano, con decoraciones especiales. Y otra para hacer jabón. Hay un buen ambiente y la gente está muy contenta. Aunque son pobres, ahora pueden ver un futuro para ellos y sus familias. En este momento, nuestra región es un lugar muy seguro. Estamos viviendo juntos en paz. Casi todos los días hay jóvenes musulmanes, chicos y chicas, viniendo a nuestros servicios de oración. A menudo vienen a mí para pedirme una bendición y yo les doy la bendición en el nombre de Jesús. A veces también las chicas me dicen: «Me gustaría tomar una foto del Evangelio». Y toman una foto de mí y de la Cruz. Intentamos no ofenderles, pero no negamos nuestra fe en nada. Ellos están felices. Estamos viviendo juntos. Hay una necesidad espiritual y material e intentamos trabajar en estos dos campos todo lo que podemos.

P.- En este momento se está construyendo un hospital en vuestra aldea. ¿Qué nos puede contar sobre esto? ¿Quién y por qué lo está construyendo?
R.- Hace poco llegó un hombre. Con otras personas que están viviendo con nosotros en este momento, están preparando un hospital. Antes teníamos un hospital, claro. Pero fue atacado y ha sido reconstruido por el ejército, ya que hay muchos soldados.

Hay un grupo grande de voluntarios del movimiento Red Crescent. Es un grupo grande de voluntarios entusiastas. Lo componen jóvenes, mayores, intelectuales, personas sencillas... Todos trabajando para ayudar a los demás. Ahora se están preparando para crear un hospital en Qara, para asistir las necesidades de nuestra aldea. Son muy entusiastas y esperan poder inaugurarlo en unas semanas, porque es muy sencillo. Este grupo está cuidando de toda la región. Investigan cuáles son las necesidades más urgentes de las personas, qué familias tienen más necesidad. Hacen todo lo que pueden. Incluso se preocupan de las personas discapacitadas para que no solo tengan todo lo que necesitan, sino que también ellos puedan trabajar. Buscan el tipo de trabajo que ellos pueden hacer por sí mismos para que así puedan sentirse útiles: «No soy inútil, si puedo hacer algo». Ese movimiento comenzó levantando una fábrica de alfombras hechas a mano. Esto ha sido algo muy bueno. Hay variedad de personas, hay cristianos. El jefe es un hombre que pertenece a nuestra comunidad. Él, por supuesto, es cristiano, un cristiano muy fervoroso. Pero también hay muchos musulmanes trabajando con él, que también están intentando ayudar a los pobres y a las personas en las necesidades que puedan tener. Y, por supuesto, hay muchos voluntarios, muchas personas que nos ayudan a distribuir lo que es necesario.

P.- ¿Qué pueden hacer las personas en Occidente para ayudar a Siria?
R.- Lo principal es reconocer la verdad. La verdad es que no fueron los sirios los que protestaron en contra de la dictadura. Eso vino desde fuera, todo es desde fuera. Es por cuestiones políticas por las que quieren destruir este lugar, que es el lugar más importante en el Medio Oriente desde el punto de vista estratégico por su petróleo, su gas y el contacto con el Mar Mediterráneo. Esas personas de fuera, lo que quieren es destruir la soberanía de Siria. Espero que los que me escuchan lo reconozcan y que no se pongan al lado de los asesinos, que se pongan del lado de las victimas inocentes. Que no sigan estudiando las mentiras que son dichas y esparcidas por todo el mundo, día tras día. Son mentiras que animan a ciertas personas que se dicen: «Tenemos que luchar. Tenemos que hacer en el país una intervención militar para destruir ese gobierno». No. Hagan lo que hicieron los rusos. Ellos lo hicieron de una manera maravillosa y ahora pueden regresar con un pequeño grupo. Ellos se prepararon y lograron destruir el Daesh y todos esos grupos terroristas. Nosotros esperamos que el ejército, junto con la gente, pueda disolver a los terroristas y todos los movimientos que vienen desde fuera para causar la destrucción aquí. Esto es lo primero. Manteneros del lado de los inocentes.

Todo se solucionará cuando las personas, sus países, los de fuera, dejen de enviar terroristas. Otros países no deben venir aquí en contra de nuestro gobierno legal. Nadie tiene el derecho de venir desde fuera y dictar el futuro de estas personas. Son estas personas mismas las que deben establecer su propio gobierno y establecer su propio futuro. Si ustedes son verdaderos demócratas, dejen que ellos lo puedan hacer.

El segundo punto importante es que usted mismo sea un buen cristiano. En este momento, en el Oriente Medio, podemos decir que está habiendo un genocidio: están matando al pueblo cristiano, ya que los cristianos son el elemento más importante para la paz del país. Ellos - los de fuera - no quieren la paz, quieren destruir la paz. Los cristianos son los promotores más importantes de la paz y de la armonía en la sociedad. Ellos fueron los primeros habitantes de este país. Entonces, si ellos - los de fuera - logran matar las raíces del cristianismo en Oriente Medio - esto es, los cristianos - entonces lograrán matar el árbol y el árbol morirá. Esto es lo que le interesa a los de fuera. Hay mucho peligro. Traten de convencerse ustedes mismos de que el cristianismo, la fe cristiana, es el regalo más importante y precioso de Dios para este mundo. E intenten ayudar a estos cristianos de aquí para que puedan vivir como ellos desean, para que así puedan ser los evangelizadores de Oriente Medio, en vez de ser echados fuera. Ellos no tienen por qué ser refugiados. Antes en este país no había refugiados. Al contrario, el Siria acogía cientos y cientos, miles, millones de refugiados de otros países, y les ayudaban económicamente y los dejaban vivir aquí como parte de su propia gente.

De Irak. Hay un pensamiento erróneo de que tenemos que ayudar a los refugiados. Pero es que ellos no tienen por qué ser refugiados. Dejen que estas personas puedan vivir en su país de origen. Apoyen a los cristianos y díganle a sus políticos: «No tenemos por qué ir a atacar con fuerzas militares a un país que ya se está derrumbando, que está destruido». Digámoslo con estas palabras, no hay esperanza. Como cristianos sabemos que no hay esperanza para el mundo. Tenemos que hacer todo lo posible para vivir en paz. Pero no podemos poner nuestra esperanza en cosas materiales ni en poderes humanos. Tenemos nuestra esperanza puesta en Jesús, en el Señor. Pedimos que Él venga, el Señor Jesús. Y sabemos lo que nos dijo Jesús: «Cuando veáis todas esas cosas... - refiriéndose al fin del mundo - Cuando veáis todos esos desastres y guerras, levantad la cabeza y porque vuestra salvación está cerca». Después de eso Él será el Señor. Él nos dará un nuevo mundo, cielo y vida, resurrección, porque Él ha resucitado. Esta es nuestra oración. Seamos solidarios con los cristianos, especialmente los cristianos de aquí, de Oriente Medio. Sabiendo que también es necesario para nosotros que ellos permanezcan aquí y que podamos rezar juntos y tener esperanza que algún día el Señor nos dará un mundo nuevo. Mientras tanto estamos intentando vivir con el mayor amor posible los unos por los otros.