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Jueves, 22 septiembre 2016 12:50

Visita del obispo de Tortosa a la República Dominicana: afecto y acompañamiento eclesial a los misioneros

El pasado lunes llegaban a Santo Domingo, República Dominicana, el obispo de Tortosa, monseñor Enric Benavent Vidal, acompañado del delegado de misiones de la diócesis, Antoni Borràs Giner. La crónica de la visita la hacen los mismos visitados: Roger Marco y María Palau, un matrimonio misionero de Tortosa, con varios años de labor en la República Dominicana.

Cuentan cómo «una tormenta tropical les dio la bienvenida que, como hemos podido comprobar durante toda la semana, siempre se interpreta como una bendición de Dios.

Después de pasar la noche en Santo Domingo y cumplir con la visita obligada a la catedral primada de América, emprendimos camino hacia San Juan de Managua. Evidentemente lo hicimos en la Guagua de Aventura, que tiene mucha sangre tortosina, ya que muchos feligreses de la diócesis se implicaron para poder comprarla. Al llegar a Sabaneta recibimos la bienvenida de vecinos y gente de la calle. Una bienvenida no oficial ni protocolaria, pero sí sincera.

Ya estamos a miércoles. Teníamos interés en que vieran el proyecto de Aventura. Dejamos atrás la carretera asfaltada y empezamos una carretera de montaña, pasando por comunidades de donde vienen los estudiantes y empezamos la cuesta y, por fin, después de casi dos horas de guagua, llegamos. Después de comer pudimos visitar el centro y fuimos explicándoles sobre el terreno tanto el proyecto como la realidad de los estudiantes y sus familias. Por la tarde, tuvimos la Eucaristía con los estudiantes y pudimos compartir con ellos un buen rato.

Al día siguiente, jueves, visitamos la comunidad de donde vienen los estudiantes de Aventura, La Higuera. Visitamos varias familias y compartimos con ellos unos cuantos cafés. Dejarse acoger, escuchar las palabras sencillas de la gente, invitarles a la Misa, despedirse poco a poco... todo un agradable ritual que se repite con naturalidad.

Por la noche y rodeados de chiquillos, subimos para celebrar la Misa en la capilla de la comunidad. Poco antes de dar comienzo, una lluvia tropical hizo acto de presencia pero, gracias a Dios, pudimos celebrar con júbilo la Eucaristía y volvimos a Sabaneta. Fue una experiencia muy bonita porque pudimos compartir la vida y la fe con la gente de las comunidades. Comunidades muy alejadas, dispersas y sencillas, que se sienten muy honradas de cada visita que reciben.

El viernes por la mañana celebramos la Misa en la parroquia de Sabaneta junto con el padre Cristian, párroco de esta iglesia, y un buen grupo de feligreses que no dudaron en madrugar para conocer y acompañar al obispo, monseñor Enric, y al delegado de misiones. Al mediodía nos fuimos hacia San Juan de la Maguana donde visitamos el obispado y la catedral de la diócesis.

El sábado por la mañana nos encontramos con Mons. Grullón, el obispo de aquí. Fuimos a una reunión de la pastoral a nivel nacional que acaban de impulsar. Allí compartimos inquietudes e impresiones de las diferentes iglesias diocesanas.

El domingo celebramos la Misa con la viva y numerosa comunidad parroquial de Las Terrenas, al norte del país. Después pudimos gozar de un día de descanso, paseando por el exuberante paisaje caribeño y sus playas.

Han sido unos días llenos de alegría y conversaciones. Para nosotros, el hecho de poder compartir nuestra experiencia misionera con el señor obispo y el delegado, es una muestra más del afecto y del acompañamiento eclesial que hemos sentido todos y cada uno de los días durante estos casi tres años».