Jinja es una importante población de Uganda. A pesar de estar a orillas del Lago Victoria – casi del tamaño del Mar Egeo – uno de los problemas a afrontar por muchos de los que viven en esta población y sus alrededores es el agua potable. En el seminario menor de los Mártires de Uganda, con 100 chicos que se preparan para ser sacerdotes, hasta ahora se han arreglado como han podido. Una furgoneta de este centro se acercaba al gran lago a recoger agua y, después, había que purificarla por diversos medios. El rector del seminario ha solicitado 3.000 dólares a la Obra de San Pedro Apóstol. Ahora contarán con varios tanques para recoger el agua de lluvia de los nueve edificios del seminario durante la época de lluvias, esto ayudará además a conservar agua para la época de escasez. Los 3.000 dólares se suman a la cantidad de 9.600 dólares que se envían para la alimentación y formación de los seminaristas.

San Pedro Apóstol, una de las cuatro Obras Misionales, la que promueve la campaña de Vocaciones Nativas, ha dado respuesta positiva también a la petición del seminario menor de Kitabi. Esta localidad está al otro lado de Uganda, en la frontera con Ruanda. Con 3.500 euros van a completar toda una instalación de cañerías desde una bomba con la que abastecen al centro. De esta manera los seminaristas tendrán el agua potable a mano. Y es que en este seminario menor hay nada menos que 300 chicos. No todos serán sacerdotes, pero la formación que están recibiendo les capacitará a los que no lo sean para ser líderes en sus comunidades cristianas, como catequistas, padres de familia y ciudadanos responsables. A Kitabi se envían además 17.976 dólares para el día a día de los seminaristas.

En estos dos casos, como en las decenas de seminarios apoyados por esta Obra Pontificia, la gratitud va para los numerosos fieles que aportan su generosidad a la campaña de Vocaciones Nativas, que este año se celebra el próximo domingo, 17 de abril. Una generosidad que no quedará sin recompensa: «El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños, solo porque es mi discípulo, en verdad os digo que no perderá su recompensa» (Mateo 10, 42).