Print this page
Viernes, 20 mayo 2016 10:52

El Santo Padre recuerda la obligación de asistir a los migrantes

El Santo Padre recuerda la obligación de asistir a los migrantes

Nuestros esfuerzos deben estar dirigidos a perseguir la paz, y que cada derecho natural individual y cada desarrollo humano integral pueda ser ejercitado y garantizado. Así lo ha indicado el Papa este jueves en el discurso que ha realizado en su encuentro con varios embajadores extraordinarios y plenipotenciario, de Estonia, Malawi, Namibia, Seychelles, Tailandia y Zambia.

Así, ha asegurado también que mientras «nuestras iniciativas en nombre de la paz» deberían ayudar a las poblaciones a permanecer en la patria, «el momento presente nos llama a asistir a los migrantes y a los que cuidan de ellos».

Vuestra presencia aquí hoy –ha precisado– es un fuerte reclamo al hecho de que, no obstante que nuestras nacionalidades, culturas y confesiones religiosas puedan ser diferentes, estamos unidos por la común humanidad y la compartida misión de cuidar la sociedad y la creación. Por esta razón, Francisco ha subrayado que este servicio ha asumido una urgencia particular, «en el momento en el que tantas personas en el mundo están sufriendo conflictos y guerras, migraciones y traslados forzosos, e incertidumbres causadas por las dificultades económicas».

Estos problemas –ha aseverado el Pontífice– requieren no solo que reflexionemos sobre ellos y los discutamos, sino que expresemos también signos concretos de solidaridad con nuestros hermanos y hermanas en grave necesidad.

El Santo Padre ha asegurado que es necesario que trabajemos juntos «de forma eficiente y coordinada», animando los miembros de nuestras comunidades a convertirse ellos mismos en artesanos de paz, promotores de justicia social y defensores del verdadero respeto por nuestra casa común.

Por otro lado, el Papa ha advertido de que muchas personas tienden a aislarse frente a la dureza de la realidad. «Tienen miedo del terrorismo y que la creciente afluencia de migrantes cambie radicalmente su cultura, su estabilidad económica y su estilo de vida», ha observado. Al respecto ha reconocido que estos son temores que comprendemos y que no podemos pasar a la ligera, y por tanto «deben ser afrontados con sabiduría y compasión, de tal forma que los derechos y las necesidades de todos sean respetados y apoyados».

El Santo Padre ha pedido ser resolutivos al dar a conocer al mundo las condiciones críticas de los que son golpeados por la tragedia de la violencia y la migración forzada. Para que su voz, demasiado débil e incapaz de hacer escuchar su grito, sea escuchada «a través de la nuestra». De este modo ha señalado que «la vía de la diplomacia nos ayuda a amplificar y transmitir este grito a través de la búsqueda de soluciones a las múltiples causas que están en la base de los conflictos actuales». Y esto se hace especialmente con los esfuerzos de «privar de las armas a quienes usan violencia», como también «poner fin a la plaga del tráfico humano y del comercio de droga que a menudo acompaña este mal».

El Santo Padre ha subrayado en su discurso que no «debemos permitir que malos entendidos y miedos debiliten nuestra determinación». De este modo ha invitado a promover una «integración que respete la identidad de los migrantes y preserve la cultura de la comunidad que les acoge, y enriquezca a ambos al mismo tiempo». Esto es esencial, ha precisado.

En esta línea ha afirmado que si prevalecen las incomprensiones y los miedos «algo de nosotros mismos es dañado» nuestras culturas, la historia y las tradiciones «se debilitan»” y la paz misma se ve comprometida.

Mientras que si «favorecemos el diálogo y la solidaridad» es cuando experimentamos «lo mejor de la humanidad y aseguramos una paz duradera para todos».

Finalmente, el Pontífice ha dedicado unas palabras especiales a los cristianos perseguidos por su fe, a quienes ha renovado su apoyo en la oración y su solidaridad.