Print this page
Martes, 21 marzo 2017 15:47

Francisco en Santa Marta: 'Si el Señor me ha perdonado tanto, ¿quién soy yo para no perdonar?'

Francisco en Santa Marta: 'Si el Señor me ha perdonado tanto, ¿quién soy yo para no perdonar?'

Hay una maravilla que Dios realiza con su misericordia, y que nos permite de ejercerla después con los otros: ‘Ser perdonados y perdonar, un misterio difícil de entender”.

Lo indicó el santo padre Francisco en su homilía de este martes en la residencia Santa Marta, añadiendo que el primer paso para «entrar en este misterio» que es la gran obra de misericordia de Dios, «es tener vergüenza de los propios pecados, una gracia que entretanto no podemos obtenerla por nosotros mismos».

El protagonista del Evangelio de hoy –ha indicado el Pontífice– no logra hacerlo. Es el siervo que al que el patrón perdona su deuda grande, pero que a su vez es incapaz de perdonar a un deudor pequeño. «No entendió el misterio del perdón».

«Si pregunto:
–‘¿Todos ustedes son pecadores?’.
–‘Sí, padre, todos’.
–¿Y para obtener el perdón de los pecados?
— ‘Nos confesamos’
— ‘¿Y cómo van a confesarse?’.
–‘Bueno, voy digo mis pecados, el cura me perdona y me da tres Ave María para rezar y después vuelvo en paz’.

Tú no has entendido –indica el Papa– porque tú solo has ido al confesionario para hacer una operación bancaria, una gestión burocrática. No has ido avergonzado de lo que has hecho. Has visto algunas manchas en tu conciencia y te has equivocado porque has creído que el confesionario era una tintorería para limpiar las manchas. Porque has sido incapaz de avergonzarte de tus pecados».

Sirve, por lo tanto, precisa Francisco, la vergüenza y la conciencia del perdón. El perdón de Dios, es esa «maravilla que ha realizado en tu corazón», pero si no se toma conciencia de esto, «uno sale, encuentra a un amigo e inicia a hablar mal de los otros y sigue pecando».

O sea: «Solamente puedo perdonar si me siento perdonado». Si no quedara siempre «esa actitud de querer hacérsela pagar a los otros». Contrariamente «somos incapaces de perdonar. Por esto el perdón es un misterio».

Francisco explica así que el protagonista del Evangelio tiene la sensación: ‘me salvé’, de haber sido ‘vivo’, en cambio «no entendió la generosidad del patrón».

Y si «saliendo del confesionario sentimos esto, que nos hemos zafado», esto no es recibir el perdón, sino «la hipocresía de robar un perdón».

El Santo Padre concluyó su homilía invitando a «pedir hoy al Señor la gracia de entender esto: ‘setenta veces siete’». Y «pedir la gracia de la vergüenza delante de Dios. Es una gracia enorme avergonzarse de los propios pecados y así recibir el perdón y la gracia de la generosidad de dar el perdón a los otros. Porque si el Señor me ha perdonado tanto, ¿quién soy yo para no perdonar?».