Print this page
Viernes, 10 junio 2016 09:54

Francisco recuerda a los médicos que 'la compasión no es lástima, es padecer-con'

Francisco recuerda a los médicos que 'la compasión no es lástima, es padecer-con'

La compasión es la respuesta adecuada al valor inmenso de la persona enferma, una respuesta hecha de respeto, comprensión y ternura, porque el valor sagrado de la vida del enfermo no desaparece ni se oscurece nunca, sino que brilla con más resplandor precisamente en su sufrimiento y en su desvalimiento.

Así lo ha asegurado el papa Francisco en su discurso, este jueves por la mañana en el Vaticano, a los dirigentes de las órdenes de médicos de España y América Latina, precisando que la compasión es de alguna manera el alma misma de la medicina. «La compasión no es lástima, es padecer-con», ha añadido.

El Santo Padre ha aseverado que no se no se puede ceder a la «tentación funcionalista» de aplicar «soluciones rápidas y drásticas», movidos por una falsa compasión o por meros criterios de eficiencia y ahorro económico. Está en juego –ha señalado– la dignidad de la vida humana; está en juego la dignidad de la vocación médica.

El Jubileo de la Misericordia –ha precisado Francisco– es una buena ocasión para manifestar reconocimiento y gratitud a todos los profesionales de la sanidad que, con su dedicación, cercanía y profesionalidad a las personas que padecen una enfermedad, «pueden convertirse en verdadera personificación de la misericordia».

De este modo, ha asegurado que la identidad y el compromiso del médico no sólo se apoya en su ciencia y competencia técnica, sino «principalmente en su actitud compasiva y misericordiosa hacia los que sufren en el cuerpo y en el espíritu».

Por otro lado ha advertido de que en nuestra cultura tecnológica e individualista, la compasión no siempre es bien vista. En ocasiones — ha indicado el Pontífice– hasta se la desprecia porque significa someter a la persona que la recibe a una humillación. E incluso «no faltan quienes se escudan en una supuesta compasión para justificar y aprobar la muerte de un enfermo», ha señalado el Santo Padre.

En esta línea, ha querido subrayar que «la verdadera compasión no margina a nadie, ni la humilla, ni la excluye, ni mucho menos considera como algo bueno su desaparición». Por ello, Francisco ha confesado que le gusta bendecir las manos de los médicos «como signo de reconocimiento a esa compasión que se hace caricia de salud».

Por ello invitó a rechazar «el triunfo del egoísmo» y de la «cultura del descarte» que «desprecia a las personas que no responden a determinados cánones de salud, belleza o utilidad. Y en cambio a seguir el ejemplo del buen samaritano».

Prosiguiendo su discurso, el Papa ha recordado que «la salud es uno de los dones más preciados y deseados por todos».

En la tradición bíblica –ha indicado– siempre se ha puesto de manifiesto la cercanía entre la salvación y la salud, así como sus mutuas y numerosas implicaciones. De este modo, el Santo Padre ha contado que le gusta recordar ese título con el que los padres de la Iglesia solían denominar a Cristo y a su obra de salvación: Christus medicus. «Él es el Buen Pastor que cuida a la oveja herida y conforta a la enferma», ha señalado.

Finalmente, el Santo Padre ha advertido de que la fragilidad, el dolor y la enfermedad son una dura prueba para todos, también para el personal médico, «son un llamado a la paciencia, al padecer-con».