El obispo de Coria-Cáceres, monseñor Francisco Cerro Chaves, escribe a los niños de Primera Comunión de su diócesis, invitándoles a ser solidarios con aquellos que necesitan nuestra ayuda. Les cuenta, además, la preciosa historia de María, una misionera que lleva 50 años acompañando a los pobres en Perú.
«Desde pequeño me encantaban las historias de héroes y santos. Entre ellos siempre destacaba la persona de Jesús por su forma de amar y hacer feliz a la gente. A través de esas historias aprendí los grandes valores que han orientado mi vida.
Hoy, en vísperas de vuestra Primera Comunión, quiero hablaros de una misionera, natural de Arroyomolinos, que vive en Perú. Su vida es preciosa. Lleva cerca de 50 años en las misiones; la mayor parte de ellos los pasó en la selva de Perú, en el departamento de San Lorenzo. En una parroquia de 46.000 Km cuadrados en la que habitan ocho tribus distintas. No tiene estómago, se lo tuvieron que extirpar a causa de un tumor. Después de unos años tuvieron que hacerle una mastectomía. Tiene hongos en los pulmones, causados por los murciélagos de las cuevas. Bajaba a buscar unos pajaritos, muy nutritivos para los indígenas y le afectó a los pulmones. Padece, además, problemas cardíacos..., su cuerpo es un esqueleto revestido de piel.
Actualmente vive en un suburbio de Lima; desde allí nos cuenta la tragedia que han sufrido, hace dos meses, en aquel país a causa de las fuertes lluvias: ‘La situación que estamos viviendo en estos momentos es muy fuerte... las imágenes que les llegan son impactantes, pero la realidad lo es mucho más: muchas vidas perdidas, miles de casas destruidas... Son los más pobres los que se llevan la peor parte (más de 100.000 desplazados y más de medio millón de personas afectadas). A nosotras nos toca unirnos al dolor de los hermanos, acompañarles en lo posible y compartir con ellos lo que tenemos: comida, ropa y cercanía. Esperemos que los países se hagan presentes y aporten ayuda para reparar todo cuanto se ha perdido y la vida pueda seguir hacia delante. Hace falta también reconstruir puentes y carreteras. Los productos no pueden llegar a Lima y a las ciudades de la costa, con lo que los agricultores pierden todo y las ciudades comienzan a sentir carencias y subida de precio de muchos productos’.
En medio de esos tremendos problemas se desenvuelve la vida de la hermana María. Ni la enfermedad, ni los años le impiden seguir el ejemplo de Jesús, acompañando a los pobres en su desgracia.
Cuando somos solidarios estamos poniendo los cimientos de un mundo nuevo. Y, al mismo tiempo, estamos inundando de alegría el corazón.
Sé que sois muy generosos. Por eso, INVITO a todos los niños de Primera Comunión a construir el Puente de la Fraternidad, compartiendo vuestros ahorros con la misión de la hermana María Donoso: ¡Frente a las riadas de muerte, queremos impulsar un torrente de vida!».