La Delegación de Misiones de Madrid ha enviado este verano a 12 jóvenes madrileños a Ghana. Ahora, después de haber estado tres semanas en dos casas de las Misioneras de la Caridad de la Madre Teresa de Calcuta, una de estos jóvenes, Elsa van Vliet, cuenta su experiencia, y sus impresiones desde el primer día:
«Reconozco que ese primer día en Kumasi fue el más duro para mí. Yo creo que hasta que no llegué y lo vi todo con mis propios ojos no era realmente consciente de esta otra forma de realidad.
A medida que pasaban los días, yo me encariñaba de todos los niños. Me asombraba la capacidad que tenían de pasárselo bien con todo, tanto como si fuera una piedra como una gorra. De hecho, un día dos niños me enseñaron un juego con unas piedras al que acabe jugando día sí y día también. Otro día, uno de los niños con problemas mentales me dio una caja de ibuprofeno que le servía de caja para unas cartas que el mismo había recortado y coloreado.
Descubrí que estos niños mostraban una gran fascinación por todas las cosas nuevas. Para otros la imaginación era una fuente de diversión admirable, sabiendo sacar partido a todo lo que tenían.
Durante las tres semanas aprendí muchas cosas, pero sobre todo, aprendí a valorar el gran trabajo que hacen las Misioneras de la Caridad. Me abrieron los ojos a una forma de vida nueva, que acepté con gusto. Me fascinaba todo de ellas, en especial el cariño que daban a las personas que cuidaban. (...)
Esta experiencia ha sido un regalo del cielo, y está claro que yo he recibido mucho más que todas esas personas a los que íbamos a ayudar. Además pude compartirla con unos compañeros maravillosos y admirables, con los que sé, que no hubiera sido lo mismo...».