El arzobispo de Santiago de Compostela, monseñor Julián Barrio, presidió ayer la Eucaristía en el Carmelo compostelano con la que se clausuró en la Diócesis el año jubilar teresiano, celebrado con ocasión del V Centenario del nacimiento de Santa Teresa de Ávila. En su homilía, monseñor Barrio destacó este tiempo de gracia y recordó “cuántas personas han llegado con las partituras de sus vidas incompletas unas, con notas disonantes otras, pero después todas armoniosamente interpretadas con la ayuda de Teresa de Ávila. La fidelidad y la misericordia de Dios han aparecido realizando la salvación”. El arzobispo compostelano dijo, además, que “La figura de esta santa, doctora de la Iglesia, nos ofrece un haz de luz en el momento actual donde no faltan tampoco miedos en la barca de Pedro”.
Los actos de clausura del centenario teresiano se iniciaron con el traslado de la imagen de Santa Teresa de Jesús desde la Catedral hasta el Convento del Carmen. Allí se rezaron vísperas solemnes y se celebró la Eucaristía con la comunidad carmelita. Monseñor Barrio explicó en su homilía que “Santa Teresa propone las virtudes evangélicas como base de toda la vida cristiana y humana: la pobreza evangélica; el amor mutuo como elemento esencial de la vida comunitaria y social; la humildad como amor a la verdad; la determinación como fruto de la audacia cristiana; la esperanza teologal, que describe como sed de agua viva”.
El arzobispo compostelano pidió, igualmente, a todos los asistentes a la Santa Misa que “seamos testigos incansables de Dios, de su presencia y de su acción; descubramos esta sed de Dios que existe en lo más hondo de nuestro corazón, este deseo de ver a Dios, de buscar a Dios, de estar en diálogo con él y de ser sus amigos”.