El arzobispo de Burgos, monseñor Fidel Herráez Vegas, escribe a sus fieles diocesanos con motivo de la celebración, el próximo 12 de junio, del Día del Misionero Burgalés.
«Una vez más el mes de junio nos hace presente uno de los tesoros más preciosos de nuestra iglesia diocesana: el día del misionero burgalés. Es una celebración donde pretendemos poner en primer plano a sacerdotes, religiosos/as y seglares, que habiendo nacido a la fe en nuestras comunidades parroquiales, un día sintieron la llamada del Señor para anunciar la Buena Nueva del Evangelio en pueblos y culturas diferentes a las de origen.
Fue en el año 1987 cuando se iniciaron en nuestra diócesis estos encuentros cuyos protagonistas son los misioneros y sus familias que un día ofrecieron a sus hijos o hermanos para la tarea de la misión ad gentes.
Cada año se piensa en un lema que nos sirva como punto de referencia e iluminación para esta celebración. En este año en el que la Iglesia celebra el Jubileo de la Misericordia, ¡qué mejor lema que este!: Testigos de la Misericordia en el mundo.
La Iglesia está llamada a ser ‘la casa’ de la misericordia. Dios, rico en misericordia, nos invita a ser sus manos misericordiosas extendidas sobre el mundo. La misericordia es esencialmente misión y salida porque es la superación de la auto-referencialidad, tentación tan frecuentemente denunciada por el papa Francisco.
La misericordia, el modo peculiar como Dios actúa en la historia, nos muestra un Dios permanentemente en salida, un Dios misionero. El Dios en salida, itinerante y misionero, no tiene reparos en enviar al Hijo y al Espíritu, con lo cual la salida de Dios se hace más radical, más consecuente. Con razón en la teología hablamos de las misiones del Hijo y del Espíritu.
El misionero sintió un día la llamada a ser continuador de la misión misericordiosa de la Iglesia en el mundo y, dejándolo todo, se embarcó en esta hermosa tarea que es la misión. El sabe que ir a las periferias conlleva acercarse ligero de equipaje y que no es fácil sin la fuerza de la Eucaristía que es principio y proyecto de misericordia en misión.
Damos gracias a Dios por los 730 misioneros y misioneras, hijos e hijas de estas tierras burgalesas que siguen entregando lo mejor de sus vidas en el surco de la misión en los 55 países en los que están colaborando. Es cierto que muchos de ellos están ya en el ocaso de su entrega misionera por razones de edad. Por eso es tan importante rogar al Señor de la mies que envíe nuevos misioneros. No olvidemos que la vocación es un don que tenemos que pedir con insistencia.
El papa Francisco, no deja de recordarnos que hemos de caminar hacia una Iglesia ‘en salida’, una iglesia volcada a la evangelización, ‘que fiel al modelo del Maestro salga a anunciar el Evangelio a todos, en todo los lugares, en todas las ocasiones’ (EG 23), una Iglesia misionera dentro de nuestras fronteras diocesanas y siempre abierta a la misión universal».