Bajo el lema Yo soy cristiano. Hechos y propuestas, la Asociación Católica de Propagandistas y la Fundación Universitaria San Pablo CEU ha celebrado, los días 11, 12 y 13 de noviembre, la XVIII edición del Congreso Católicos y Vida Pública. En este contexto se celebró la mesa redonda titulada Ser cristiano: vocación al compromiso. En ella participaron la relatora Ainhoa Uribe Otalora, profesora titular de Ciencias Políticas de la Universidad CEU San Pablo y los ponentes José Ángel Martínez de Bujanda, capellán de la cárcel de Álava y promotor de la iniciativa Presos en el Camino de Santiago, además de Tiscar Espigares Pinilla, presidenta de la Comunidad de San Egidio de Madrid.
«El capellán hace poco en la cárcel, es la Iglesia la que hace todo» señaló Martínez de Bujanda, el cual indicó que «ser capellán en la cárcel no es tan complicado. Para mí sería mucho más difícil tener que afrontar los problemas de una parroquia de barrio».
«El cura en la cárcel es el padre, es el único que te va hacer un favor, el único que no te va a meter un parte si le haces una faena. Para mí esto fue un importante descubrimiento personal».
Sobre la función que debe realizar la cárcel en la sociedad, el religioso quiso destacar que «en muchas ocasiones se utiliza la palabra ‘reinserción’ para señalar la función de la cárcel, pero lo cierto es que debe de hablarse de ‘insertar’ y no de ‘reinsertar’, ya que la mayoría de los presos nunca han estado dentro de la sociedad». Del mismo modo quiso señalar que el «Código Penal que existe en nuestro país mete en la cárcel a los roba gallinas, siendo las familias desestructuradas las más desfavorecidas».
Por su parte Tiscar Espigares Pinilla, presidenta de la Comunidad de San Egidio de Madrid, quiso reflexionar sobre los valores de la Comunidad. Una Comunidad, descrita por el Papa Francisco con tres palabras «pobres, paz y oración», declaró. «La amistad con los pobres es fundamental, queremos ver el mundo desde el punto de vista de los pobres como señala el Evangelio. La oración es la primera obra de la comunidad, todo lo que hacemos es desde la palabra de Dios, la oración no se tiene que hacer como último recurso, la oración es lo primero. Y finalmente la paz. Hemos construido la Escuela De La Paz, en el barrio de Pan Bendito, en donde no solo se enseña matemáticas, lengua... sino también ser hombres y mujeres de paz. En definitiva el gran desafío para cualquier cristiano es no perder la esperanza, no amoldarse a la realidad, no ceder a la resignación», señaló.