España

Miércoles, 25 noviembre 2015 11:39

Testimonio del misionero Julio Alonso: «los pobres me evangelizan»

Julio Alonso Ampuero, sacerdote de la diócesis de Toledo y misionero en Lurín, Perú, diócesis en la que está volcada la misión diocesana de Toledo, cuenta lo vivido durante una visita a una cárcel de menores. Se trata de un centro penitenciario sólo para varones en el que hay alrededor de 800 chicos, desde 14 años de edad.

“Hoy visito el sector donde están unos 70-80 chicos, los que han ingresado en el último mes”, explica el misionero. Según cuenta Julio, “tras los saludos, tuvimos una oración guiada acompañada de algún canto. Los chicos cierran sus ojos y entran en la oración. Piden perdón. El nuevo director –reticente en permitir nuestra entrada- se asoma por curiosidad: queda asombrado ante lo que ven sus ojos. Es domingo. Ahí mismo celebramos la misa. El Señor Resucitado se hace presente con todo su poder. Receptividad de los jóvenes, que absorben todo como esponjas”.

Después de la celebración de la Misa los chicos se reúnen en grupos para reflexionar sobre un texto sencillo. Julio Alonso explica a continuación lo que sucedió: “Mientras los laicos con quienes voy llevan la reunión, yo confieso. Todos quieren acercarse al sacramento. Hasta los no bautizados quieren confesar. Previamente, la coordinadora les ha explicado que el sacerdote no puede decir nada... aunque le maten. Fuera de la confesión, uno de los jóvenes me lanza a bocajarro: -Padre, ¿está bien ayunar? -¿Por qué lo dices?, le respondo. -Porque yo siento necesidad de expiar y reparar (no usó estas palabras, pero eso fue lo que dijo) el mal que he hecho. A veces no desayuno y estoy sin comer hasta el mediodía. Y alguna vez he ayunado el día entero... Yo me quedo sin palabras. Solo sé darle un abrazo y decirle: ¡Adelante!”

“Una vez fuera, he sentido vergüenza de mí mismo, de mi poco sentido de expiación y reparación, de la poca conciencia de la gravedad de mis pecados. Yo no habré cometido los delitos que él, pero he recibido mucha más gracia: por eso, mis pecados son en comparación mucho más graves. Y tal vez, si yo hubiera tenido unas circunstancias como las suyas, probablemente habría caído mucho más bajo que él... Sí, una vez más, los pobres me evangelizan... Verdaderamente, los publicanos y las prostitutas nos llevan la delantera en el Reino de los Cielos...”.

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