El arzobispo de Tarragona, monseñor Jaume Pujol, ha conferido este domingo por la mañana el presbiterado a dos diáconos del Opus Dei en una ceremonia celebrada en el santuario de Torreciudad (Huesca).
Los nuevos sacerdotes son Ginés José Pérez Almela, murciano de 59 años, que ha sido profesor durante tres décadas en el colegio Monteagudo, de Murcia, y Arturo Garralón, empleado de banca, nacido en Guadalajara hace 42 años.
En su homilía el arzobispo Jaume Pujol les pidió ser «servidores» y «estar abiertos a las necesidades de todos», fieles al «don tan grande» que es el sacerdocio, para «entregarse al servicio de todas las almas», «haciendo de vuestra vida una donación total». Citó unas palabras de san Josemaría Escrivá, que recordaba a los sacerdotes que se ordenan «para servir, no para mandar, no para brillar, sino para entregarnos, en un silencio incesante y divino, al servicio de todas las almas».
El arzobispo les animó a ser «buenos pastores» y «continuadores» de «la misión salvadora de Cristo», conscientes de que, como dice el Papa Francisco, «“el sacerdote que sale poco de sí mismo en lugar de ser mediador, se convierte poco a poco en intermediario, en gestor».
Monseñor Pujol pidió oraciones por el aumento de las vocaciones sacerdotales y por su fidelidad, porque «hay verdadera hambre de sacerdotes en la Iglesia». Señaló al mismo tiempo que «es urgente que muchos laicos se abran generosamente a su llamada específica a la santidad».
En un ambiente festivo y de agradecimiento, los nuevos presbíteros estuvieron acompañados por numerosos familiares, amigos y colegas, así como por el prelado del Opus Dei, monseñor Fernando Ocáriz.
Ginés Pérez destaca que en su decisión de ordenarse ha influido «la falta que hay de sacerdotes y el gran bien que puede hacer un buen sacerdote». «Me gustaría estar visible, cercano, y pido el don de lenguas para llegar al corazón y a la cabeza de cada persona», comenta.
Por su parte, Arturo Garralón ha sido cajero, asesor de servicios financieros, subdirector y encargado de soporte operativo en una oficina de atención a empresas. «Creo –explica- que un sacerdote es como un soporte operativo para la Iglesia, con vocación de servir a todos».
Familias agradecidas
Los tres hermanos de Ginés han asistido a la ceremonia. Genoveva y Amalia dice que «estamos muy contentos y rezando para que sea un buen sacerdote y que dé mucho fruto, ha sido muy emocionante con un recuerdo a nuestros padres». Antonio es cuñado, marido de Amalia, y siente «una gran alegría por haber participado en la ordenación, es una gran satisfacción tener en la familia un sacerdote, es una gracia de Dios, y saber que su trabajo será asistir espiritualmente a tantas personas». Pedro, otro de los hermanos, dice que «no imaginaba un día así», y «pido que sea humilde y por tanto muy eficaz». Isabel, sobrina de Ginés, está también muy contenta, y «rezo para que siga transmitiendo felicidad y alegría a los que le rodean».
Los padres de Arturo Garralón destacan que «es imposible describir la alegría que tenemos ante este inmenso don que es el sacerdocio para un hijo». «Nos alegra mucho -añaden- ver aquí a tanta gente que le quiere y están ya rezando por esta nueva tarea, llena de responsabilidad». Su padre, Juan José, recuerda la infancia de Arturo en Torrebeleña, donde el párroco Jesús Mercado le dio catequesis y formación cristiana, que después continuaría en la familia y en el Club Viana, de Guadalajara.
Llenos del Espíritu Santo
Uno de los concelebrantes en la ceremonia de ordenación ha sido Agustín Bujeda, vicario general de Sigüenza-Guadalajara, que participa también de la alegría y ambiente festivo que se vive en la explanada de Torreciudad. «Ha sido -dice- una ráfaga del Espíritu Santo, un impulso de luz y de santidad, se sale con ganas de ser santo, lleno de la fuerza del Espíritu Santo, para ser mejores en la vocación de cada uno, con muchas gracias espirituales».
Entre los familiares y amigos de Arturo, ha venido Paula, abogada de 26 años que ejerce en un despacho en Madrid, y es la sobrina mayor del nuevo sacerdote: «Estoy contenta de estar hoy aquí en esta gran fiesta y soy feliz porque veo a mi tío plenamente contento en su sitio y en su camino». Otro sobrino que asistió a la ceremonia es Nicolás, 20 años, que estudia Derecho y ADE en Alcalá, y que destaca también la personalidad abierta, comunicativa y muy deportista de su tío, «lo que supone mucho para su nuevo trabajo».