Como cada año, algunos jóvenes viajan a otros países, enviados por las diócesis, las parroquias, las asociaciones o congregaciones misioneras para colaborar con la misión. Dedican parte de sus vacaciones para dedicarlo a conocer de cerca la realidad de la misión y echar una mano a los misioneros y misioneras.
«La misión supone no tener miedo a las incomodidades, a las pruebas y las dificultades (...) Debemos considerar estas dificultades como la posibilidad para ser todavía más misioneros y para crecer en esa confianza hacia Dios, nuestro Padre», recordaba el papa Francisco en relación a este tema.
Según explican desde la delegación de Misiones de Bilbao, participar en #VeranoMisión, no es ninguna forma de turismo. «Cuando se hace turismo la gente ve la realidad desde fuera, curiosea y toma fotografías pero no se involucra en la vida de las personas. Los jóvenes de #VeranoMisión no tienen miedo de estar al lado de las personas y de asumir las dificultades que implica la misión. Con las personas donde están comparten sus alegrías y sus problemas, lo bueno y lo malo, lo agradable y lo triste. Con ellos siguen la invitación de Jesús de sacar de lo profundo de su corazón sus motivaciones de fe y de amor para comunicarse mutuamente sus experiencias personales y de vida cristiana. Espontáneamente, con generosidad y con gozo el intercambio enriquece y hace que al final todos coincidan: ‘Es más lo que he recibido que lo que dado’».
Desde Bizkaia un grupo de jóvenes que ha realizado el curso de formación Norte Sur, organizado por el Instituto Diocesano de Teología y Pastoral en colaboración con Cáritas y la delegación de Misiones, están preparando ya las mochilas y los corazones para viajar a primeros de agosto a Perú.
Durante todo el curso (de octubre a mayo) por medio de una reunión semanal de 2 horas, el grupo ha ido conociendo diferentes realidades de nuestro mundo: leyendo y preparando los textos, compartiendo en el grupo sus dudas y descubrimientos. Ha reflexionado sobre diversos documentos de la Doctrina Social de la Iglesia, han orado, compartido la Palabra de Dios en los momentos de retiro y han conocido diferentes maneras de compromiso para cambiar la realidad desde la mirada de Jesús. A lo largo del curso, además de lo aprendido y vivido personalmente, han ido formando grupo acompañados por Julio Cuadra, misionero en Ecuador en los años ochenta.
De este grupo, seis personas han dado el paso de hacer la experiencia. Por una parte Irati Amezaga y María Manrique irán a Lima, con las Mercedarias Misioneras de Berriz, al suburbio «7 de octubre», una zona muy pobre de la ciudad. Allí colaborarán en una guardería. Este centro de las Mercedarias de Berriz da la posibilidad a que los padres puedan ir a trabajar y puedan dar a sus hijos una atención, cuidado y educación, que de otra manera no podrían acceder a ello. Además de colaborar en el centro, Irati y María podrán conocer la tarea y el testimonio de estas religiosas comprometidas con las personas más pobres.
Por otra parte, Laura Mas, Itsaso Trueba, Borja García y Josune Larrakoetxea, acompañados por el sacerdote Carlos Olabarri, irán a Alto Trujillo, diócesis donde se encuentran los misioneros diocesanos Aitor Esteban y Josetxu Villacorta. Estarán en la parroquia San José, donde tendrán la oportunidad de conocer y colaborar en proyectos como el centro de cuidado para personas de alto riesgo, el centro de cuidados paliativos para enfermos terminales, colegios parroquiales, centros de defensa de la mujer...
También desde Araba, Ascen Fernández de Amurrio, tras realizar el curso Norte Sur ha viajado a Ecuador. Está participando, en las Misiones de la parroquia El Calderón de la diócesis de Machala, situada en la provincia de El Oro. Allí le ha recibido el equipo pastoral, del que forma parte el misionero guipuzcoano José Mari Garmendia.