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Lunes, 06 junio 2016 12:03

El Papa avisa de 3 pasos que llevan a la perdición y contra las Bienaventuranzas

El Papa avisa de 3 pasos que llevan a la perdición y contra las Bienaventuranzas

En la homilía que pronunció en la Misa matutina en la Casa Santa Marta, el Papa Francisco habló de las bienaventuranzas y aseguró que son el centro y el navegador de la vida cristiana pero pueden ser puestas en peligro por 3 pasos que llevan a la perdición: el apego a las riquezas, la vanidad y el orgullo.

Al reflexionar sobre el Evangelio de Mateo que narra el relato de las Bienaventuranzas, Francisco explicó que Jesús «enseñaba la nueva ley, que no cancela la antigua sino que la perfecciona» llevándola «a plenitud».

«Esta es la ley nueva, esta que nosotros llamamos ‘las Bienaventuranzas’. Es la nueva ley del Señor para nosotros. Son la guía de ruta, de itinerario, son el navegador de la vida cristiana. Y aquí vemos, en este camino, según las indicaciones de este navegador, que podemos ir adelante en nuestra vida cristiana»”.

Sin embargo, existen cuatro «¡ays!» o lamentos: «ay de los ricos, a los saciados, a aquellos que ríen, a aquellos de los que todos hablan bien».

Francisco recordó que en muchas ocasiones él mismo ha dicho que «las riquezas son buenas», mientras que «lo que hace mal» es el «apego a las riquezas» que se convierte en «una idolatría».

«Esta es la anti-ley, es el navegador equivocado. Es curioso: estos son los tres pasos que llevan a la perdición, así como estas Bienaventuranzas son los pasos que llevan adelante en la vida».

El Papa señaló que «estos tres pasos que llevan a la perdición son el apego a las riquezas, porque no tengo necesidad de nada». También «la vanidad, que todos hablen bien de mi: todos hablan bien, me siento importante, demasiado incienso... y yo creo que soy justo, no como ese, o como ese otro...».

En este punto, el Pontífice recordó la parábola del fariseo y del publicano y afirmó que «todos los días sucede esto...». Después de la vanidad está «el orgullo, que es la saciedad».

¿Cuál es la clave?, se preguntó el Papa. «La mansedumbre», dijo. Entre todas las Bienaventuranzas Francisco se detuvo en la de «beatos los mansos»: «Pero Jesús dice de sí mismo: ‘aprendan de mi que soy manso y humilde de corazón’, que soy humilde y manso de corazón. La mansedumbre es un modo de ser que se acerca mucho a Jesús. Sin embargo, la actitud contraria siempre procura las enemistades, las guerras... muchas cosas, muchas cosas feas que suceden».

«La mansedumbre, la mansedumbre de corazón que no es una tontería, no: es otra cosa. Es la profundidad de entender la grandeza de Dios, es adoración», concluyó.

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