El Papa Francisco recibió el pasado jueves, 27 de octubre, a los miembros del Grupo Santa Marta, que reúne a autoridades eclesiales y civiles para impulsar la lucha internacional contra la trata de personas y les animó a seguir combatiendo esta «plaga social». Entre los participantes en el encuentro y los trabajos, por parte de la diócesis de Madrid, estuvieron el vicario de Pastoral Social e Innovación, José Luis Segovia, y la referente de trata de la CEE, la adoratriz Ana Almarza Cuadrado.
«El Grupo Santa Marta está contribuyendo de forma importante a luchar contra la plaga social de la trata de personas, ligada a nuevas formas de esclavitud, cuyas víctimas son hombres y mujeres, a menudo menores, que son explotados aprovechando su pobreza y marginación», subrayó el Pontífice.
Francisco recordó que ya les escribió hace un año con motivo de su reunión en El Escorial y repitió el mensaje que les trasladó entonces: «Hace falta un compromiso concertado, activo y constante, tanto para eliminar las causas de este complejo fenómeno, como para encontrar, asistir y acompañar a las personas que caen en las redes de la trata».
Según precisó, citando datos de las organizaciones internacionales, el número de víctimas de trata, crece cada año. Y advirtió de que es a los más indefensos a los que «se les roba la dignidad, la integridad física y psíquica, incluso la vida».
Ante esta situación, el Pontífice agradeció el compromiso del Grupo Santa Marta, que cuenta con la colaboración activa de cuerpos de seguridad de numerosos países, episcopados, organizaciones y representantes de varias confesiones religiosas.
«El Señor sabrá recompensar todo lo que hacen en favor de los pequeños de la sociedad de hoy. Él ha dicho: 'Tenía hambre, tenía sed y me ayudaste'. Hoy podría decir: “Estaba abusado, explotado, esclavizado y me diste socorro”», subrayó.
De víctima de trata a futbolista profesional
Una víctima de trata de personas, el jugador de fútbol de Sierra Leona Al Bangura, relató en el Vaticano cómo fue engañado para viajar a Europa con la promesa de jugar en un equipo de fútbol y ganar dinero para ayudar a su familia, y acabó siendo prostituido. Por suerte, logró huir y ahora es futbolista profesional.
«Fui trasladado a París con la promesa de que jugaría en un equipo europeo. Después, a Londres. Pronto me di cuenta de que algo no iba bien. Me dejaron en un hotel solo y pronto empezaron a llegar hombres mayores que me tocaban y me violaban. No sabía inglés ni tenía a nadie a quien pedir ayuda. Estaba atrapado. Sin embargo, y aún no sé cómo lo hice, conseguí escapar», recordó.
En todo caso, sabe que miles de niños siguen viviendo hoy en día esta «pesadilla» y pide que se condene a los traficantes. «La verdad es que la esclavitud no ocurre solo en países lejanos. Está pasando ahora en nuestras ciudades, en nuestros barrios y tiene que parar. Los tratantes deben ser llevados ante la Justicia, por mí, por el resto de víctimas, por vosotros», remarcó.