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Miércoles, 14 junio 2017 12:53

La causa de beatificación de un misionero jesuita, mártir en Filipinas

La causa de beatificación de un misionero jesuita, mártir en Filipinas

Cuando los misioneros jesuitas volvieron a Filipinas en 1859, se sorprendieron de la devoción que suscitaba el padre Francisco Palliola, un jesuita italiano, martirizado en el siglo XVII en una provincia del sur del archipiélago. Habían pasado 90 años desde la expulsión de los jesuitas de los territorios de la Corona de España por los Borbones.

El padre Patrick Dalangin es el postulador de la causa de este santo misionero. Aunque reconoce que el desarrollo de estas casusas es un proceso tedioso, lo que las impulsa es el culto o la devoción popular. «Cuando volvimos», también explica el jesuita Tim Ofracio, «nos sentimos conmovidos por la fe de tanta gente en su santidad y en las petición de intercesión. Por lo que el culto al padre Palliola es verdaderamente muy antiguo».

El obispo de Dipolong, monseñor Severo Caermare, señala que el proceso diocesano de la causa del martirio de Palliola, que comenzó en el enero de 2016, se espera que concluya antes de fin de año. A partir de ese momento será la Congregación vaticana para la Causa de los Santos la que verifique en Roma los documentos del proceso diocesano. En esta fase romana, será la Compañía de Jesús la que tome el testigo de manos de la diócesis de Dipolong.

Monseñor Caermare declaraba que le gustaría que hubiera otro santo filipino que viniera de Mindanao, sobre todo de cara al año 2021, cuando se celebra los 500 años de cristianismo en las islas. «No es nativo de Mindanao, pero por su pasión por la misión y su amor a los nativos lumads, se le puede considerar verdadero ciudadano de Mindanao».

Sería el tercer santo filipino, tras San Lorenzo Ruiz, de Manila, y San Pedro Calungsod, de Cebú.

Nacido noble, en la ciudad de Nola, cerca de Nápoles, en 1612, Francisco Palliola se unió a otros 40 jesuitas que emprendieron una expedición a las Filipinas. Tras un viaje de casi dos años, llegó finalmente a Iligan en enero de 1644, comenzando su misión en Mindanao. Una misión que le llevó a Dapitan, Dipolong y el resto de la península de Zamboanga, donde predicó el Evangelio entre los habitantes locales, sobre todo entre la etnia lumads.

A la edad de 35 años sufrió el martirio en Ponot, población hoy conocida como Jose Dalman, el 29 de enero de 1648, a manos de un líder nativo que había abandonado el catolicismo y al que el misionero intentaba hacer volver a la fe.

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