En el inmenso Campus Misericordiae de Cracovia, lugar de la vigilia y, la mañana del domingo, de la Misa final de la Jornada Mundial de la Juventud 2016, resonaron con energía las palabras del papa Francisco, invitando a los chicos y chicas del mundo a salir al encuentro de Jesús.
Precisamente en su homilía, el Santo Padre citó el Evangelio del día que narra el encuentro de Jesús con Zaqueo. Las palabras de Jesús al publicano parecen dichas a propósito para nosotros en este momento: Date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa. Jesús dirige la misma invitación a los jóvenes: «Hoy tengo que alojarme en tu casa». La Jornada Mundial de la Juventud, dijo Francisco, «comienza hoy y continúa mañana, en casa, porque es allí donde Jesús quiere encontrarnos a partir de ahora».
El Papa dijo a los jóvenes que el Señor no quiere quedarse en las experiencias de estos días en Cracovia o en los recuerdos entrañables de estas intensas jornadas, sino que quiere ir a la casa de cada uno, vivir en la vida cotidiana de cada uno: «el estudio y los primeros años de trabajo, las amistades y los afectos, los proyectos y los sueños». Le gusta «que todo esto se lo llevemos en la oración», subrayó, asegurando en el lenguaje de los chicos que «Él espera que, entre tantos contactos y chats de cada día, el primer puesto lo ocupe el hilo de oro de la oración. Cuánto desea que su Palabra hable a cada una de tus jornadas, que su Evangelio sea tuyo, y se convierta en tu navegador en el camino de la vida».
«Jesús, a la vez que te pide ir a tu casa, como hizo con Zaqueo, te llama por tu nombre». Tu nombre es precioso para Él, aseveró, porque Él se acuerda de ti: «Su memoria no es un 'disco duro' que registra y almacena todos nuestros datos, sino un corazón tierno de compasión, que se regocija eliminando definitivamente cualquier vestigio del mal», agregó el Papa, quien invitó a todos a imitar la memoria fiel de Dios y a custodiar el bien que hemos recibido en estos días. «En silencio hagamos memoria de este encuentro, custodiemos el recuerdo de la presencia de Dios y de su Palabra, reavivemos en nosotros la voz de Jesús que nos llama por nuestro nombre». Así pues, «recemos en silencio, recordando, dando gracias al Señor que nos ha traído aquí y ha querido encontrarnos», pidió.