La preocupante situación en la República Democrática del Congo llevaba al Papa a pedir ayer, tras el rezo del Ángelus en la Plaza de San Pedro, que se orara «para que el diálogo en la República Democrática del Congo se desarrolle con serenidad a fin de evitar cualquier tipo de violencia y por el bien de todo el país».
Desde el verano, se han sucedido las manifestaciones de la oposición. En septiembre, cincuenta personas morían en Kinshasa, la capital, en varias de estas manifestaciones.
La Conferencia Episcopal del país se ha involucrado como mediadora entre las partes para evitar más violencias promoviendo un «diálogo inclusivo». Una mediación que busca una solución a la sucesión del presidente Joseph Kabila, cuyo mandato termina hoy mismo. Según la constitución del país, tras terminar este su segundo mandato, el presidente tendría que abandonar el cargo. Las negociaciones entre gobierno y oposición, presididas por los obispos, se bloqueaban, sin embargo, este sábado. Las partes no han llegado a un acuerdo sobre la liberación de los presos políticos, que reclama la oposición, ni tampoco sobre un posible calendario electoral.
Hoy el Papa recibirá en Roma al presidente de la Conferencia Episcopal del Congo, monseñor Marcel Utembi Tapa, Arzobispo de Kisangani, y al vicepresidente de la misma, monseñor Fridolin Ambongo Besungu, Obispo de Bokungu Ikela, en un gesto de respaldo a los obispos congoleños.
Las conversaciones buscan lograr un compromiso que incluya a todos los grupos políticos, que permita unas elecciones transparentes y creíbles. El jueves, día 15 de diciembre, una nota de los obispos exigía las medidas necesarias para un cambio democrático y no violento: la liberación de los prisioneros políticos y de opinión, la vuelta de los exiliados políticos, la supresión de trabas a la libertad de prensa.