Aliados del Estado Islámico en Filipinas han tomado como rehenes a un sacerdote y a un grupo de 15 feligreses en la ciudad de Marawi, al sur de Filipinas, amenazando con matarlos si los militares no cesan en la ofensiva dirigida contra ellos en las últimas semanas, según informa Catholic News Agency.
Monseñor Socrates Villegas, presidente de la Conferencia Episcopal Filipina, ha condenado este asalto, denunciando que el sacerdote y los fieles no tienen ninguna implicación en el conflicto: «No es un combatiente. No lleva armas. No amenaza a nadie», decía el arzobispo del sacerdote.
Los obispos de Filipinas han pedido oraciones por los rehenes. A pesar de ser un país de mayoría católica, los católicos son una pequeña minoría en la ciudad de Marawi, en la isla de Mindanao.
El martes pasado, 100 militantes islámicos armados atacaron Marawi, decapitando a un jefe de policía y quemando edificios, incluyendo la residencia del obispo local. El responsable del ataque es Maute, un grupo local, uno de los doce grupos armados que alegan ser aliados de ISIS. El ataque ha sido una respuesta a la última ofensiva del ejército. Se atribuye a este grupo la explosión que mató a 15 personas en la ciudad de Davao en septiembre de 2016.
Monseñor Villegas ha hecho un llamamiento a los terroristas: «Pedimos al grupo Maute que dice llevar armas en nombre de un Dios Misericordioso y Benevolente – el mismo Dios al que los cristianos damos culto y adoramos – que honren de verdad al Dios Uno con la misericordia y la benevolencia, que son dos de los atributos que más resaltan de nuestro Dios».
El presidente Rodrigo Duterte, que ha recibido fuertes críticas por su lucha brutal contra las drogas, ha interrumpido su viaje a Rusia y ha puesto a toda la isla de Mindanao bajo la ley marcial.
El cardenal Tagle, arzobispo de Manila, ha hecho pública una oración para que todos los católicos se unan en una plegaria común: «Oh Dios, perdona nuestro desprecio por la vida y la dignidad humana. Enséñanos a comportarnos ya con caridad. Alienta nuestro deseo de buscar la paz. Sana las heridas de nuestros hermanos en Marawi y de las familias víctimas de la violencia. Oh Dios de paz y de amor, nuestra luz y nuestro camino».